"El banco no quiere negociar nada. Solo espero un milagro"

Fredy Ramos intenta desde hace meses convencer a su familia de que se vuelva a Ecuador

No hay forma. Fredy Ramos, de 47 años, intenta desde hace meses convencer a su esposa de que se vuelva a Ecuador con sus cinco hijos. Que él se quedará en España y hará frente a la situación: una hipoteca de 214.000 euros por un piso de 56 metros cuadrados en Villaverde (un barrio humilde del sur de Madrid) que lo ha llevado a la ruina. Pero ella no quiere. Si se quedan en la calle, será todos juntos. "Yo nunca tuve deudas. Vinimos a España buscando días mejores y estos son los peores días de mi vida", se lamenta.

"Me siento estafado"

La agente inmobiliaria que lo contactó...

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No hay forma. Fredy Ramos, de 47 años, intenta desde hace meses convencer a su esposa de que se vuelva a Ecuador con sus cinco hijos. Que él se quedará en España y hará frente a la situación: una hipoteca de 214.000 euros por un piso de 56 metros cuadrados en Villaverde (un barrio humilde del sur de Madrid) que lo ha llevado a la ruina. Pero ella no quiere. Si se quedan en la calle, será todos juntos. "Yo nunca tuve deudas. Vinimos a España buscando días mejores y estos son los peores días de mi vida", se lamenta.

"Me siento estafado"

La agente inmobiliaria que lo contactó en noviembre de 2007 era amiga suya de la infancia en la ciudad de Machala. Fredy trabajaba en la construcción con contratos de obra y cobraba entre 900 y 1.000 euros al mes. Su esposa trabajaba en el servicio doméstico. La entidad financiera les dijo que podían pagar una cuota mensual de 930 euros.

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Ahora, gracias al asesoramiento de la asociación Conadee, se da cuenta de cosas que no tienen sentido, pero entonces les presentaron como normales. "Yo nunca pisé una notaría. Firmé todo en el banco", explica. El crédito es de la BBK, una caja de ahorros vasca. Además, asegura que le dijeron a su esposa que se "inventara" un certificado de ingresos. "Me siento estafado. Nunca fueron claros conmigo".

Hace año y medio dejó de pagar, desesperado por el paro en la construcción. Con enorme pesar, este padre de familia confiesa: "Ya hemos llegado al punto de comer arroz con un huevo". Ha ido repetidas veces a exponer al banco la cruda realidad, que jamás podrá pagar la hipoteca. "El banco no quiere negociar nada. Solo espero un milagro".

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