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Barcelona más injusta y más gris

El cambio en Barcelona, de gobiernos plurales de izquierdas a un gobierno de CiU dependiente del PP, se está trasladando al terreno de las políticas públicas, allá donde se configuran modelos de ciudad. En seis meses, el gobierno municipal ha expresado su voluntad de permitir nuevos hoteles de lujo en Ciutat Vella, paralizar el programa de escoles bressol públicas y abrir la puerta a su privatización, abandonar las políticas activas de empleo, renunciar al desarrollo de la Ley de Barrios, dar entrada al beneficio privado en la política de vivienda social y profundizar en la demagogia pu...

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El cambio en Barcelona, de gobiernos plurales de izquierdas a un gobierno de CiU dependiente del PP, se está trasladando al terreno de las políticas públicas, allá donde se configuran modelos de ciudad. En seis meses, el gobierno municipal ha expresado su voluntad de permitir nuevos hoteles de lujo en Ciutat Vella, paralizar el programa de escoles bressol públicas y abrir la puerta a su privatización, abandonar las políticas activas de empleo, renunciar al desarrollo de la Ley de Barrios, dar entrada al beneficio privado en la política de vivienda social y profundizar en la demagogia punitiva como elemento central de la seguridad.

Todo ello en un marco de falta de exigencia a la Generalitat y de complicidad con los recortes sociales de Artur Mas, que impactan directamente sobre los barrios populares y los colectivos más vulnerables (supresión del derecho a recibir la RMI, recortes en las becas comedor, cierre de servicios públicos de salud).

CiU y PP han demostrado falta de exigencia a la Generalitat y complicidad con los recortes de Mas
Otra fiscalidad es posible, exigente con quien más tiene y de fuerte apuesta ecológica

Llegan ahora las ordenanzas fiscales y el primer presupuesto de CiU, y la reorientación conservadora se expresa con nitidez. Hallamos una fiscalidad resignada, injusta, de involución ecológica, y un presupuesto de regresión social y ambiental que certifica el abandono de la inversión pública como palanca de reactivación económica sobre bases renovadas. Algunos elementos clave: en plena crisis, CiU renuncia a ingresar más de 15 millones, preparando el terreno para futuros recortes en los servicios públicos. Regalos fiscales, bajo presión del PP, que asestan un duro golpe a los criterios de sostenibilidad. La reducción del impuesto sobre vehículos y la gratuidad del área verde reincentivan el uso del coche, debilitan la financiación del Bicing y contrastan con el apoyo del alcalde al aumento de tarifas del transporte público.

El presupuesto de CiU-PP supone una caída del 44% de la inversión en equipamientos sociales y educativos, la disminución de 1,5 millones en políticas de empleo -en un contexto de paro creciente- y el recorte del 20% en el capítulo ambiental. El esquema deja poco margen de duda: sacrificios para la mayoría sin ninguna exigencia para los que más tienen. Recortes sociales sin redistribución fiscal. Un presupuesto que consolida el giro conservador en los contenidos y que lo traslada al terreno de las alianzas políticas: la coalición CiU-PP, el acuerdo entre las dos derechas de Barcelona.

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En este contexto, nuestro deber democrático es dar respuesta desde el debate de las ideas a la involución en el proyecto de ciudad, con voluntad de erigir a ICV-EUiA como referente de alternatividad política: generar propuestas para forzar nuevos avances urbanos, sociales y ecológicos, y para construir una democracia local más transparente y participativa, al lado de las luchas y las movilizaciones ciudadanas.

Las ordenanzas fiscales y el presupuesto nos brindan una nueva ocasión de construcción de alternativas. Proponemos una nueva tasa bancaria sobre los cajeros automáticos; tasa turística para impulsar mejoras ambientales y laborales; progresividad en el IBI (a más patrimonio, menos bonificación); tarificación social en el transporte y los servicios municipales; fiscalidad verde vinculada al uso de energías renovables; 33 millones adicionales en políticas sociales, ambientales y de empleo; 54 nuevos millones en inversión pública (equipamientos, suelo, vivienda y regeneración urbana).

Sí, otra fiscalidad es posible: exigente con quien más tiene y de fuerte apuesta ecológica. Y otro presupuesto es necesario: al servicio de una ciudad más inclusiva y habitable, con ambición inversora para transformar los barrios e impulsar el empleo digno. La expresión, en definitiva, de una Barcelona luchadora y creativa, que planta cara a las injusticias, y que no renuncia a escribir el futuro desde valores de solidaridad, ecología y libertad.

Ricard Gomà, presidente del grupo municipal de ICV-EUiA en el Ayuntamiento de Barcelona.

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