Reportaje:

El centro histórico de Lleida, un polvorín

Una cumbre policial tratará hoy de poner fin a los episodios de violencia

El clima de convivencia en el barrio antiguo de Lleida es frágil. Desde 2006, las Administraciones local y la autonómica llevan invertidos 16,8 millones de euros para revertir su dinámica social. Pese a ello, la violencia aflora a menudo y deriva en conflictos. Prostitución y tráfico de drogas se dan cita en las calles del barrio antiguo. Pero ahora se ha llegado a una situación de alarma tras dos altercados ocurridos en los últimos días, cuando decenas de inmigrantes subsaharianos acorralaron y agredieron a varios policías locales, a los que lanzaron piedras, cuando trataban de identificar a ...

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El clima de convivencia en el barrio antiguo de Lleida es frágil. Desde 2006, las Administraciones local y la autonómica llevan invertidos 16,8 millones de euros para revertir su dinámica social. Pese a ello, la violencia aflora a menudo y deriva en conflictos. Prostitución y tráfico de drogas se dan cita en las calles del barrio antiguo. Pero ahora se ha llegado a una situación de alarma tras dos altercados ocurridos en los últimos días, cuando decenas de inmigrantes subsaharianos acorralaron y agredieron a varios policías locales, a los que lanzaron piedras, cuando trataban de identificar a presuntos traficantes de droga.

Los vecinos afirman que los hechos han traspasado la línea roja y piden más implicación de los Mossos. El Ayuntamiento de Lleida ha convocado para hoy una cumbre policial para analizar la situación y crear un plan de seguridad específico. "Pediremos que se aplique estrictamente la Ley de Extranjería", ha dicho Sara Mestres, concejal de Seguridad.

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"Es una vergüenza que la tan esperada policía de Cataluña no tenga una presencia visible y permanente en esta zona controlada, por desgracia, por mafias y es igualmente frustrante que se haga la vista gorda ante un problema que acabará incendiando la convivencia", señala la Asociación de Vecinos de Jaume I en una carta dirigida al consejero de Interior, Felip Puig.

Según los vecinos del centro histórico, los problemas que soportan solo tienen solución policial: la detención de los delincuentes e incívicos y la expulsión de las personas en situación ilegal. "La gente está muy asustada. Tengo 69 años y no había visto nada igual", señala el presidente de la entidad vecinal, Jaume Millàs, que advierte de que la tensión puede aumentar "porque los alborotadores han perdido el miedo. No se puede consentir que vaya a más".

Isidre Gironès, propietario desde hace más de 20 años de un bar, afirma que la situación de inseguridad es insostenible y se plantea cerrar el establecimiento para que sus hijos no crezcan en medio del clima de violencia.

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Los subsaharianos, contra quienes van dirigidas las quejas vecinales, son el colectivo mayoritario en el barrio. Muchos buscan trabajo en la campaña de la fruta, pero los vecinos identifican a un grupo con la venta de drogas. Algunos inmigrantes, que se prestan a hablar pero de forma anónima, aseguran que los últimos conflictos han estallado como respuesta al trato que reciben de la Policía Local. En concreto, se refieren a una presunta paliza policial hace dos semanas a un compatriota que falleció días más tarde en la calle tras sufrir un infarto. El Ayuntamiento de Lleida ha negado que existiera dicha agresión.

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