La cumbre anticrisis acaba en fiasco

Mas presenta como un éxito un documento de conclusiones que no apoya la izquierda - La inconcreción preside las propuestas sobre empleo y fiscalidad

La cumbre acabó sin foto de familia, firma de acuerdos ni votación de las propuestas. El presidente de la Generalitat no logró ayer más que un fiasco en la reunión de Gobierno, partidos, sindicatos y patronal que debía buscar salidas unitarias a la crisis. Al final solo los empresarios aplaudieron unas medidas genéricas, muy criticadas por la izquierda. La reunión, convocada por Artur Mas en el Palau de Pedralbes, se saldó con 10 folios de conclusiones, pero con escasas concreciones y sin la rúbrica de los asistentes, al no apoyar estos unánimemente todas y cada una de las medidas. Pese a ello...

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La cumbre acabó sin foto de familia, firma de acuerdos ni votación de las propuestas. El presidente de la Generalitat no logró ayer más que un fiasco en la reunión de Gobierno, partidos, sindicatos y patronal que debía buscar salidas unitarias a la crisis. Al final solo los empresarios aplaudieron unas medidas genéricas, muy criticadas por la izquierda. La reunión, convocada por Artur Mas en el Palau de Pedralbes, se saldó con 10 folios de conclusiones, pero con escasas concreciones y sin la rúbrica de los asistentes, al no apoyar estos unánimemente todas y cada una de las medidas. Pese a ello, Mas estaba radiante. Ante una columnata del palacio, dijo que la cumbre había sido "extraordinariamente positiva", mientras que la oposición, que lamentó ser desplazada a una caseta poco digna para hacer su balance, habló de "oportunidad perdida" y de "desastre".

La puesta en escena del Gobierno fue de película, pero Mas logró acuerdos tan escasos como el presidente Montilla hace un año en una cumbre similar. De hecho, el Ejecutivo ni siquiera consiguió que el documento pudiera lucir el título de "acuerdos". Se quedó en un mero documento de "conclusiones". La izquierda y los sindicatos puntualizaron: "Son las conclusiones del Gobierno, no de los asistentes".

El documento que Mas presentó como un éxito consta de seis puntos. Compromete al Gobierno a presentar un plan de agilización de la Administración, a reformar la Formación Profesional y a plantear un modelo más descentralizado de las infraestructuras; urge a racionalizar el marco fiscal de las pymes, y plantea unas inconcretas medidas de fomento del empleo. La novedad respecto al documento inicial del Ejecutivo de CiU fue un punto en el que se insta a apoyar a la población más afectada por la crisis.

Toda la oposición arremetió, con más o menos fiereza, contra la cumbre. Joaquim Nadal, del PSC, habló de "ocasión mal aprovechada", y Alicia Sánchez-Camacho, del PP, de un "acuerdo de mínimos" y de "geometría variable" que solo es un punto de inicio. El balance de Joan Herrera (ICV) fue devastador: dijo que la cumbre había sido tan grandilocuente como desastrosa y que, con tantas intervenciones, el debate duró un cuarto de hora. Lo de antes fue "una ducha neoliberal", agregó.

Joan Puigercós (ERC) lamentó que el Gobierno hubiera puesto más empeño en la puesta en escena que en el contenido del documento -"parecía que estuviera en la Casa Blanca"- y le pidió que ejerza -"parece que se refugie en el CAREC

[el consejo designado por Mas para asesorarle en cuestiones económicas]"- y que la próxima vez acompañe sus propuestas de presupuestos. Albert Rivera, de Ciutadans, dijo que el Gobierno solo les presentó un "contrato de adhesión", y Uriel Bertran, de Solidaritat, calificó la cumbre de poco seria. Con todo, la cita debe repetirse, dijo Mas.

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