Análisis:ANÁLISIS

Para eso se les contrata

Lo peor no es lo que dice Salvador Sostres cuando cree que nadie le oye. Lo peor es lo que escribe en El Mundo para que se le lea. Por limitarnos a su opinión sobre las mujeres, para no meternos en otros jardines -los riega en abundancia: ETA, Montilla, Sáhara- les transcribo un par de perlas y de variado registro. Sexualidad femenina, de cuyo conocimiento tanto presume: "El clítoris es un mito (...) Ellas quieren otra cosa, y no se ofrecen alegres e impetuosas como nosotros, sino como estrategia, normalmente, para conseguir otra cosa"...

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Lo peor no es lo que dice Salvador Sostres cuando cree que nadie le oye. Lo peor es lo que escribe en El Mundo para que se le lea. Por limitarnos a su opinión sobre las mujeres, para no meternos en otros jardines -los riega en abundancia: ETA, Montilla, Sáhara- les transcribo un par de perlas y de variado registro. Sexualidad femenina, de cuyo conocimiento tanto presume: "El clítoris es un mito (...) Ellas quieren otra cosa, y no se ofrecen alegres e impetuosas como nosotros, sino como estrategia, normalmente, para conseguir otra cosa". ¿Y qué es otra cosa? Lo siguiente: "Se sienten insultadas, las más feministas, cuando se lo dices, pero ellas son princesas. Son princesas y aunque disimulen, eso es lo que quieren. Cuentos, palacios, creérselo". Es más: "La más marimacho de las sufragistas renunciaría a sus panfletos a cambio de una vida de princesa. Palacio, servicio, poder, estrellas". Y es que Sostres tiene las cosas muy claras: "Mientras el feminismo chilla hacia la izquierda, las mujeres realmente inteligentes brillan en la derecha y consiguen lo que se proponen, sin marginación ni queja. Lo mismo que en la vida: las que valen se hacen empresarias y las que no llegan, sindicalistas".

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No es nada. Ya vieron ustedes en el vídeo la risa que le producía tal ingenio a otro señor que responde al nombre de Alfonso Ussía. Esto escribe, y publica en La Razón, el afamado articulista, sin que nadie le pille, ni medie micrófono traicionero. A cara descubierta: "Los documentos gráficos que poseo de manifestaciones batasunas son repugnantes. Tías vociferantes, feas, espesas y con los surcos de la perversidad en sus expresiones homínidas. Un espanto de mujeres, en una palabra. Coños de vitriolo y de cianuro. Morsas". De las ministras tiene opinión más frutal: "Leire Pajín ha engordado. Está admirablemente culonzuela, respingona, melocotona temprana". Y como le gusta el símil, repite con Trinidad Jiménez: "... le habían propinado en su trasero respingón, aquel que fuera en su juventud como un melocotón temprano, una patada dirigida a Zapatero".

Más moderada es Isabel San Sebastián, la conductora del programa que a lo más que llega ante las gracias de aquel representante del paleolítico que ejerce de gracioso, como se ve perfectamente en el vídeo, es amagar una ofendida morisqueta. Que solo dice, en El Mundo, cosas como esta: "No me reconozco (...) en la fotografía de unas exaltadas exhibiendo torsos desnudos decorados con consignas que exigen el derecho a matar impunemente a sus hijos (...). A dar por bueno que Leire Pajín o Bibiana Aído, que siempre serán sospechosas de haber alcanzado los puestos de responsabilidad (...) gracias al sistema de parcelas que rige en el PSOE, son más beneficiosas para nuestra causa que Esperanza Aguirre o Rita Barberá, que han llegado por sus propios méritos y su valentía". Por si les suena débil les ofrezco otra: "Por cierto, que hay muchas formas de prostituirse y hacer la calle no es la peor. Resulta más hedionda, a la par que lucrativa, la modalidad escogida por el tránsfuga Agustín Navarro y los 12 concejales socialistas de Benidorm, encabezados por Maite Iraola, madre de Leire Pajín. ¡Eso sí que es venderse, y no lo que hacen las putas en la noche de Las Ramblas!".

Lo peor de todo esto es que los medios que publican estas cosas, que presumen de ser los genuinos representantes de la derecha civilizada, tienen en gran consideración a estos articulistas, a los que premian y reservan lugar de honor. Pero todavía es más incomprensible que Salvador Sostres, Alfonso Ussía o Isabel San Sebastián, entre otros muchos, se paseen tan risueños, y cobren, de las televisiones públicas que se pagan con el dinero de todos los ciudadanos por haber dicho, y para decir, cosas como las que he transcrito.

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