Las consecuencias del temporal

"Intenté llegar a casa caminando. No quería pasar la noche allí"

Decenas de personas se quedaron atrapadas la madrugada del lunes en la M-503

El tramo de la M-503 que comunica la localidad de Majadahonda con el término municipal de Villanueva de la Cañada fue el escenario donde se representó durante la noche del domingo y la madrugada del lunes lo mejor y lo peor de los conductores madrileños. La solidaridad entre quienes podían circular e hicieron hueco en sus vehículos para recoger a aquellos que no podían avanzar y la tozudez de otros que, a pesar de las advertencias de los agentes sobre el peligro de una enorme placa de hielo y la nieve en la calzada, continuaron su camino sin llevar colocadas las cadenas.

Juan Carlos cru...

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El tramo de la M-503 que comunica la localidad de Majadahonda con el término municipal de Villanueva de la Cañada fue el escenario donde se representó durante la noche del domingo y la madrugada del lunes lo mejor y lo peor de los conductores madrileños. La solidaridad entre quienes podían circular e hicieron hueco en sus vehículos para recoger a aquellos que no podían avanzar y la tozudez de otros que, a pesar de las advertencias de los agentes sobre el peligro de una enorme placa de hielo y la nieve en la calzada, continuaron su camino sin llevar colocadas las cadenas.

Juan Carlos cruzaba ayer la mediana de esa vía autonómica, todavía tapizada de blanco, para rescatar su coche del arcén helado. Allí lo dejó la noche anterior. A escasos kilómetros de su casa, en Villanueva del Pardillo. No llevaba cadenas, pero, irónicamente, su habilidad para ponerlas fue su pasaporte para volver a su hogar. "Vi una chica con muchos problemas, se las puse [las cadenas] y me acercó a casa". Eso fue a las doce y media de la noche, cuando acabó una peripecia que había comenzado a las ocho y media de la tarde del domingo.

Decenas de personas fueron recogidas por quienes pudieron circular
"Muchos conductores se empeñaron en pasar sin cadenas"
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Muchas imágenes se le quedaron en la retina, como las de los niños pequeños dentro de los vehículos. "Me dio mucha pena que nadie se preocupara de si había gente enferma o con alguna emergencia: una mujer con un bebé en brazos nos pidió ayuda. Tenía que darle de comer al niño. La conductora que me había recogido también la socorrió a ella. Pero no pudo llevarla a su casa porque la carretera a Valdemorillo estaba muy mal, Le aconsejamos que se quedara en un hostal de [Villanueva] La Cañada. Y allí pasaron la noche".

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Juan Carlos asegura que durante el tiempo que estuvo dentro de su vehículo intentó informarse de lo que estaba ocurriendo y llamó a la Guardia Civil y a Emergencias. "Pero ni me cogían el teléfono, no pasaban quitanieves...", recita enfadado. De hecho, cuando le impidieron seguir circulando hizo un amago de llegar a su vivienda caminando, avanzó apenas un par de kilómetros y volvió sobre sus pasos:Yo veía que iba a pasar la noche allí".

La calzada, que primero, sobre las siete y media, permaneció cortada por un accidente, y después se colapsó por la nieve y el hielo fue un ir y venir continuo de peatones. A los curiosos que intentaban alcanzar a pie la cabecera del embotellamiento para averiguar qué ocurría se unieron pronto los pasajeros de un autobús, la mayoría alumnos de la Universidad Alfonso X El Sabio, que al no poder circular se quedó varado.

Poco antes de la una de la madrugada, los vehículos comenzaron a moverse pesadamente y varios guardias civiles intentaban explicar a los conductores que sin cadenas era muy peligroso remontar una pendiente en la que se había formado una inmensa placa de hielo. Pedro Saldaña, dentista y vecino de Villanueva de la Cañada, tardó una hora y media en recorrer una distancia en la que normalmente no invierte más de diez minutos. Regresaba a casa con su familia tras unas pruebas en el hospital Puerta de Hierro por una parálisis facial que había sufrido horas antes, y fue testigo de cómo los automovilistas ignoraban las indicaciones de los agentes. "Me dieron pena: sin recursos, resbalando, no sabían qué hacer; había muchos conductores empeñados en pasar sin cadenas. '¡Usted no baje!', les gritaban. A muchos de estos los vimos cruzados en la carretera más tarde, cuando nos recogió un chico y nos llevó a casa. El que iba sin cadenas, se pegaba la hostia".

Pero la imagen más triste para Pedro fue la de una pareja con sus hijos, que había sufrido un pequeño accidente al intentar avanzar con los neumáticos desnudos: "Habían salido del coche y caminaban sin abrigos; los niños tenían uno, tres y cinco años. Los recogió una amiga mía, que subió como a 15 personas en su minivan durante el trayecto".

Tanto Pedro como Juan Carlos intentaron llegar a sus viviendas utilizando rutas alternativas antes de llegar a la autovía en la que quedaron atrapados: el primero por la M-509; el segundo, por la vía que une Boadilla y Brunete. Una misión imposible. Casi todos los pueblos de la zona eran inaccesibles a menos que se circulara con cadenas. Y aún así, alcanzar el destino requirió de un esfuerzo y una paciencia titánicos.

A las dos de la madrugada muchas personas tiritaban aún dentro de los vehículos en el arcén. A primera hora de la mañana medio centenar de vehículos seguían allí, pero vacíos.

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