Reportaje:

El campeón de la Física

Josué Tonelli, de 18 años, medalla de oro en Iberoamérica

La parte más exótica de la Física-agujeros negros, viajes en el tiempo, los entresijos de la galaxia-fue lo que primero llamó la atención del bilbaíno Josué Tonelli cuando sólo era un niño. Hace apenas un mes, con la mayoría de edad recién estrenada, esa pasión por la ciencia desembocó en una medalla de oro en la XIV Olimpiada Iberoamericana de Física, celebrada en la Universidad Andrés Bello de Santiago de Chile, superando a otros 70 jóvenes aspirantes españoles, portugueses y de diversos países suramericanos. No era, sin embargo, la primera vez que Josué triunfaba en este tipo de pruebas. Ya...

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La parte más exótica de la Física-agujeros negros, viajes en el tiempo, los entresijos de la galaxia-fue lo que primero llamó la atención del bilbaíno Josué Tonelli cuando sólo era un niño. Hace apenas un mes, con la mayoría de edad recién estrenada, esa pasión por la ciencia desembocó en una medalla de oro en la XIV Olimpiada Iberoamericana de Física, celebrada en la Universidad Andrés Bello de Santiago de Chile, superando a otros 70 jóvenes aspirantes españoles, portugueses y de diversos países suramericanos. No era, sin embargo, la primera vez que Josué triunfaba en este tipo de pruebas. Ya se había proclamado campeón en la Olimpiada matemática de Euskadi, bronce en la de España, y plata en la nacional de Física.

Lidió con el agujero newtoniano y calculó resintegraciones de radón

Para hacerse con el premio, este estudiante de primer curso de Matemáticas en la facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco, tuvo que enfrentarse durante dos jornadas a una parte experimental y otra teórica sólo aptas para mentes privilegiadas y muy trabajadoras. Tras pasar cerca de tres horas midiendo la oscilación de torsión de un péndulo bifiliar, Josué resolvió cuatro problemas cuyos enunciados se convierten en verdaderos jeroglíficos para los paganos en la materia. De entrada, le tocó lidiar con el agujero negro newtoniano y calcular desintegraciones de radón. No le supuso mayores complicaciones. Es más, le parecieron "sencillos". "Salían solos después de dar con las ecuaciones", cuenta el joven, que no se suele "estresar". Algo más arduo fue el tercer ejercicio, que le situó ante una balanza suspendida en el aire sobre una balanza. Tenía que explicar la evolución de la fuerza que la cadena ejercería sobre la balanza al paso del tiempo. El último problema pedía calcular la cantidad de energía procedente del sol que llegaba a la Tierra desde distintos puntos geográficos.

Pero no todo fue trabajo. Entre prueba y prueba, los setenta estudiantes pudieron visitar los Andes, el museo interactivo de robótica y el Palacio de la Moneda. Josué, ex alumno del colegio Maristas, describe la experiencia como "muy interesante", pero descarta presentarse a más certámenes de este tipo, que requieren un esfuerzo previo considerable. De hecho, Tonelli asistió durante dos años a un taller de Matemáticas en la sede de la UPV junto a otros 40 alumnos y preparó la Olimpiada en la Complutense de Madrid en una semana. Hijo único y cuyos padres no tienen relación con las ciencias -se dedican al arte-, Josué aspira ahora a acabar la carrera y dedicarse a la investigación teórica o universitaria.

Josué Tonelli, en su casa de la capital vizcaína.LUIS ALBERTO GARCÍA
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