Columna

Quita, quita, que salpica

Los madrileños y sus hijos adoptivos somos muy dados a la pirula pública y el jolgorio cara a la galería. De ahí el mote de El foro. De Las Ventas a la pradera de San Isidro y del Bernabéu al Calderón, el habitante de la capital es un ser eminentemente social, incluso el más tímido. Pero para foros, desde que se instituyó el aguirrismo aquel funesto día en que los despreciables Tamayo y Sainz hicieron mutis, la Asamblea de Madrid se lleva la palma.

Esta semana la cosa ha estado caliente. El curso pasado Espe y sus chicos nos propiciaron una exhibición de choteo público de altura ...

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Los madrileños y sus hijos adoptivos somos muy dados a la pirula pública y el jolgorio cara a la galería. De ahí el mote de El foro. De Las Ventas a la pradera de San Isidro y del Bernabéu al Calderón, el habitante de la capital es un ser eminentemente social, incluso el más tímido. Pero para foros, desde que se instituyó el aguirrismo aquel funesto día en que los despreciables Tamayo y Sainz hicieron mutis, la Asamblea de Madrid se lleva la palma.

Esta semana la cosa ha estado caliente. El curso pasado Espe y sus chicos nos propiciaron una exhibición de choteo público de altura con lo de los espías y demás desprecios a los representantes de la voluntad soberana. Pero en el comienzo de esta temporada algo ha cambiado sospechosamente. Cuando el pasado jueves la presidenta defendió así como pudo el gran bardal en el que le han metido los por ahora 13 altos cargos públicos del PP implicados, mostró un nada habitual ataque de transparencia. Un detalle que, les confieso, me enterneció. Aunque también, visto el percal, me escama un poco.

Hay que reconocerle a Esperanza Aguirre el esfuerzo. Le rodean los corruptos y no da abasto cortando cabezas

Fue ligero, no se crean que aquello supuso un cambio radical frente al rodillo vergonzante marca de la casa al que nos tiene mal acostumbrados su Gobierno. Quizás le sobreviniera inconscientemente, sin comerlo ni beberlo, pero lo cierto es que ocurrió. Ante el de sobra justificado berrido de la oposición sobre falta de luz y taquígrafos en los contratos públicos de la comunidad, especialmente los que realizaban sus fontaneros con el amigo López Viejo a la cabeza para Correa, Espe saltó: "Díganme cuáles faltan y los pongo a su disposición".

En relación a la trama del Gürtel, la cifra es alucinante: 358 acuerdos firmados con la banda. El Chicago de los años treinta se queda en una guardería comparado con el potingue que hay aquí. No superaban los 12.000 euros y por eso se daban a dedo, un tinglao fino, de esos regalos que da el abuso de poder con mayoría absoluta. La basura es que resulta descarada. Como en Valencia. El atraco es permanente. No se libra ni el Papa. Estos tíos sí que se ha demostrado que saben hacer dos cosas al tiempo sin despeinarse: rezar y trincar.

Pero hay una diferencia fundamental frente a la galería. La determinación y el liderazgo a la hora de dar la cara para parecer decente entre Francisco Camps, el pobre Mariano y ella. Mientras los dos primeros juegan al escondite, se engañan, se pelean bajo cuerda, dudan, deambulan y hacen el ridículo, Espe coge, agarra el bolso, sale al foro y dice: "Aquí estoy yo, dispuesta a acabar con ellos". Es lícito plantearse que uno le ha podido salir rana. Uno como López Viejo, que no es que pasara desapercibido en su trama de poder. Empezó por hacerle de chófer a Aguirre en su etapa de concejal y acabó llevando la agenda de la presidenta hasta anteayer. Pero 13 interfectos son demasiados como para no sospechar. 13 bandoleros se notan en cualquier parte.

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Aun así, hay que reconocerle a la mujer el esfuerzo. La suya es una huida hacia delante. Le rodean los corruptos y no da abasto cortando cabezas. Pero las corta bien y las enseña después en la plaza pública con la sangre chorreando, como una Salomé desgarrada. Ante la inminente crisis de liderazgo que se va a vivir en el PP después de que todo esto pase, ¿alguien cree que los militantes no van a tener en cuenta cómo se ha comportado cada uno de sus líderes en los momentos más difíciles? Y Aguirre, en cierta medida y un tanto histriónicamente, ha estado más a la altura de las circunstancias en los últimos tiempos.

Está la cosa que arde. Muy interesante, en lo alto. Camps se encuentra rodeado. Mariano, hundido. Jamás, con esa vitola de graciosillo frívolo y acojonado, ganará unas elecciones. Está claro que en el PP, el liderazgo últimamente es cosa de mujeres. Lo que es incapaz de resolver Rajoy, lo ventila Cospedal. Esta semana, la secretaria general se ha lucido y ha sido la única que ha puesto las cosas en su sitio en mitad del bochorno valenciano y el órdago superpijo de Costa. Pobre niñato.

Falta, claro, ver qué va a hacer Gallardón, desaparecido en combate tras el chasco olímpico. Hay que darle tiempo y pensar en que ese retiro del foco en una semana así le beneficia. Debe andar metido en uno de los túneles de la M-30, a resguardo en uno de esos búnkeres subterráneos pensando: "Quita, quita, que salpica".

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