Cosa de dos

Tierra

Hablábamos ayer de tontos y malvados. La gente de Goldman Sachs no encaja de ninguna forma en la primera categoría: vendieron a otras entidades y a clientes los activos tóxicos antes de que llegara el desastre, vadearon guapamente la crisis, ganan dinero a espuertas y, como personas nada tontas, saben lo mucho que valen: en 2008, sus 200 ejecutivos se repartieron 995 millones de dólares en primas. Sale a casi 5 millones por cabeza, que no está mal, considerando que el salario medio en la casa ronda los 600.000 dólares anuales. Goldman Sachs está invirtiendo ahora en cerdos y pollos chinos. Con...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Hablábamos ayer de tontos y malvados. La gente de Goldman Sachs no encaja de ninguna forma en la primera categoría: vendieron a otras entidades y a clientes los activos tóxicos antes de que llegara el desastre, vadearon guapamente la crisis, ganan dinero a espuertas y, como personas nada tontas, saben lo mucho que valen: en 2008, sus 200 ejecutivos se repartieron 995 millones de dólares en primas. Sale a casi 5 millones por cabeza, que no está mal, considerando que el salario medio en la casa ronda los 600.000 dólares anuales. Goldman Sachs está invirtiendo ahora en cerdos y pollos chinos. Conviene tomar nota.

El diario italiano La Stampa publicaba ayer una amplísima reseña sobre el acontecimiento social del verano, que ha durado tres días con sus noches pero no ha sido una boda, sino una reunión en Nueva York. Los terratenientes del mundo, los nuevos señoritos, se han encontrado para hablar de sus cosas. Gobiernos y particulares con muchos posibles (casi todos los grandes nombres de Wall Street estaban ahí) llevan tiempo acaparando fincas en África y en Asia. En Zambia, por ejemplo, se puede adquirir una hectárea por menos de 400 dólares. Aplicando técnicas de cultivo intensivo, la hectárea rinde hasta 3.000 dólares anuales. Uno de estos fondos de inversión en tierra acumula ya más de 150.000 hectáreas en el África subsahariana, y subiendo. Hagan cálculos.

Desde el lado de los tontos, podríamos pensar que la nueva colonización agrícola dejará en los países subdesarrollados técnicas de cultivo o, al menos, comida. Pero los tontos solemos equivocarnos. Los alimentos producidos son para exportar y las técnicas de cultivo son intensivas y agotan la tierra. Cabe suponer que el fenómeno tendrá las consecuencias que tuvo en otros lugares, como Centroamérica: tiranía, ejércitos privados, corrupción y pobreza.

Según la OCDE, la comida será un bien escaso en las próximas décadas. Según un economista del Banco Mundial, hacia 2050 hasta el 30% de la superficie cultivable en el planeta será propiedad de unos pocos.

Según los nuevos terratenientes, la inversión en tierra va a reportarles más de un 20% anual hasta mitad de siglo.

Archivado En