Análisis:Cosa de dos

GARAFÍA

A la hora en que Contador se preparaba para cantar victoria en los Campos Elíseos, 300 esforzados atletas corrían por las escarpadas cuestas volcánicas de la isla de La Palma. Agotados, cubrieron las 18 horas que duró el circuito bajo un sol justiciero que en algún momento los obligó a trotar bajo la inclemente maldición de los 40 grados. Durante el camino no tenían demasiado avituallamiento, de modo que, de los 300 que comenzaron, casi la mitad se quedó por el camino víctima de las lipotimias.

De esta carrera apenas se ha dicho nada. Porque no había tanta televisión como para el Tour, ...

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A la hora en que Contador se preparaba para cantar victoria en los Campos Elíseos, 300 esforzados atletas corrían por las escarpadas cuestas volcánicas de la isla de La Palma. Agotados, cubrieron las 18 horas que duró el circuito bajo un sol justiciero que en algún momento los obligó a trotar bajo la inclemente maldición de los 40 grados. Durante el camino no tenían demasiado avituallamiento, de modo que, de los 300 que comenzaron, casi la mitad se quedó por el camino víctima de las lipotimias.

De esta carrera apenas se ha dicho nada. Porque no había tanta televisión como para el Tour, así que Contador -que fue saludado con el himno equivocado-, hoy, es un héroe, mientras que el leonés que se atrevió a desafiar la ruta soleada de los volcanes palmeros apenas habrá tenido un trofeo.

En otro lugar del mundo, unos corredores incluso más vistosos que Contador, y sin duda que el atleta leonés, se juntaron para que, como casi siempre, ganara Hamilton, y para que, como a veces, Alonso se quedara en la estacada.

Esto de correr viene de los griegos; pero los griegos también se dedicaban a pensar, y de eso no hay maratones. Aquí, cada vez que queda un claro en las fiestas se organiza un maratón. En concreto, el de La Palma se hizo casi en consonancia con la inauguración del Gran Telescopio de Canarias, que ha tenido menos prensa (y televisión) que el maratón ciclista de Contador. Qué se le va a hacer. Los canarios creen que esa inauguración se cuenta poco porque pasó en las islas; no es cierto: es porque es ciencia. En España se acucia a los Gobiernos para que cuiden la ciencia, pero cuando se hace ciencia se mira a los maratones ciclistas, que son más vistosos y no dan que pensar.

Por cierto, el maratón entre los volcanes (Vulcania, se llama) pasaba por la zona de Garafía, donde está el Roque de Los Muchachos, desde donde se observan el cielo y las estrellas. Ahora será famosa Garafía porque el Rey la llamó "Garafia", sin acento, en el discurso inaugural. Anécdotas así corren mejor suerte que la divulgación de la ciencia. Hasta que los científicos corran maratones, no tienen nada que hacer.

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