Análisis:Adiós a un gran comunicador

El fin de un modelo

El día que Walter Cronkite realizó su último telediario en la CBS, un periodista le preguntó: ¿Ha considerado la posibilidad de dedicarse a la política? Dada su credibilidad, podría llegar a ser presidente de Estados Unidos.

-No, nada de eso, esquivó Cronkite.

-Por cierto -agregó quien le preguntaba-, una curiosidad. ¿Si se hubiera dedicado a la política, por qué partido se hubiera presentado, por el Partido Demócrata o por el Partido Republicano?

Que esta pregunta tuviera sentido demuestra no sólo la personalidad de Walter Cronkite, sino el modelo de profesional que a la ...

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El día que Walter Cronkite realizó su último telediario en la CBS, un periodista le preguntó: ¿Ha considerado la posibilidad de dedicarse a la política? Dada su credibilidad, podría llegar a ser presidente de Estados Unidos.

-No, nada de eso, esquivó Cronkite.

-Por cierto -agregó quien le preguntaba-, una curiosidad. ¿Si se hubiera dedicado a la política, por qué partido se hubiera presentado, por el Partido Demócrata o por el Partido Republicano?

Que esta pregunta tuviera sentido demuestra no sólo la personalidad de Walter Cronkite, sino el modelo de profesional que a la sazón se estilaba. Tras 20 años compareciendo día a día ante decenas de millones de espectadores, aún no se conocía la ideología política del extraordinario periodista.

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Hoy, recordar a Cronkite es como visitar un parque jurásico, un mundo que el viento se llevó, el final de la edad de la inocencia.

En la actual guerra global, implosiva y depresiva, como dice Vicente Verdú, la política invasiva de la política ha arrasado con cualquier pretensión de equidistancia en medios y en periodistas.

Pero, aunque el sueño de Walter Cronkite hoy parezca imposible, deberíamos pedir a los jóvenes periodistas que lo intenten. Como él decía al final de sus apariciones, "and that the way it is".

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