Columna

'Pitiyanquis' y demás

Ninguna revolución, ningún cambio político importante puede llevarse a cabo sin controlar la educación. O, al menos, sin intentar controlarlo. Hace pocos días, el presidente boliviano, Evo Morales, anunció que piensa eliminar los libros de texto de la editorial española Santillana de las escuelas, por tratarse de "una forma de imposición colonial para la formación de nuestros estudiantes". Frente a ello, ha tomado algunas medidas para promocionar a los maestros bolivianos que hagan el esfuerzo de crear su propio material didáctico. Siempre con vistas a que el magisterio se convierta, explica M...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Ninguna revolución, ningún cambio político importante puede llevarse a cabo sin controlar la educación. O, al menos, sin intentar controlarlo. Hace pocos días, el presidente boliviano, Evo Morales, anunció que piensa eliminar los libros de texto de la editorial española Santillana de las escuelas, por tratarse de "una forma de imposición colonial para la formación de nuestros estudiantes". Frente a ello, ha tomado algunas medidas para promocionar a los maestros bolivianos que hagan el esfuerzo de crear su propio material didáctico. Siempre con vistas a que el magisterio se convierta, explica Morales, "en el verdadero instrumento de liberación nacional para educar y orientar ideológica y culturalmente como la única forma de combatir al colonialismo".

El presidente boliviano aprende mucho de su admirado colega venezolano. También el ambicioso proyecto de reformas de Chávez incluye, como no podía ser de otra manera, una nueva ley de educación. Una ley que pretende imponer el Currículo Nacional Bolivariano en todas las escuelas del país. Veamos algunos pasajes centrales de este texto: "El desafío es transformar la escala de valores capitalistas por una centrada en el ser humano: trascender el colonialismo eurocéntrico capitalista, con el cual fue mutilado el ser humano, negándole una de las virtudes más hermosas que lo caracterizan, como es la capacidad de reconocerse en sus congéneres y de sentir solidaridad con sus sufrimientos, dolores y carencias". Los valores capitalistas serían, por supuesto, "el individualismo, el egoísmo, la intolerancia, el consumismo y la competencia feroz"; ante ellos, los valores socialistas de "la cooperación y la solidaridad" brillan de tal manera que difícilmente podría estarse en desacuerdo.

Estos altos ideales le sirven al presidente para cercar a todo aquel que exprese dudas sobre la bondad de esa "revolución bolivariana" que pretende tomar el testigo de Cuba. Para cercar y ahogar a la justicia independiente, a la iniciativa privada, a los partidos de la oposición, a los medios de comunicación críticos con su Gobierno.

Y para ridiculizar al cuantioso grupo de estudiantes universitarios que encabeza las manifestaciones en su contra. En el nuevo currículo educativo está recogido, como en casi todos los del mundo, la promoción de "la reflexión crítica y el diálogo" en el alumno. Ahora bien, que ese espíritu crítico no lo utilicen contra el Gobierno chavista: "estudiantes ricachoncitos, burguesitos, pitiyanquitos", les dice. "Pitiyanqui" es, sin duda, uno de sus insultos favoritos. Contracción del francés "petit yankee", alude a aquellos que, sin ser norteamericanos, adoptan o alaban sus costumbres. Ellos también formarían parte de los "vendepatrias" de la oposición, parte del "enemigo". Los altos ideales, como se ve, son más fáciles de enunciar que de llevar a su cumplimiento sin ensuciarlos por el camino.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En