El Honor de les Lletres recae en Joan Solà

"No nos lo creemos como pueblo y la lengua catalana lo sufre", dice el filólogo

Un hombre que es capaz de pasarse siete meses para redactar la entrada de los pronombres en la futura gramática normativa del Institut d'Estudis Catalans (IEC), el mismo que igual diserta sobre un topónimo y escribe 40 libros sobre sintaxis y otras materias lingüísticas que elabora uno de los discursos más sólidos y valientes (por nacionalista) sobre el uso social del catalán. Ese personaje, el filólogo Joan Solà (Bell-lloc d'Urgell, Lleida, 1940), fue el que ayer recibió, en el Palau de la Música, el 41 Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, el galardón con mayor carga simbólica de la cultur...

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Un hombre que es capaz de pasarse siete meses para redactar la entrada de los pronombres en la futura gramática normativa del Institut d'Estudis Catalans (IEC), el mismo que igual diserta sobre un topónimo y escribe 40 libros sobre sintaxis y otras materias lingüísticas que elabora uno de los discursos más sólidos y valientes (por nacionalista) sobre el uso social del catalán. Ese personaje, el filólogo Joan Solà (Bell-lloc d'Urgell, Lleida, 1940), fue el que ayer recibió, en el Palau de la Música, el 41 Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, el galardón con mayor carga simbólica de la cultura catalana.

Padre de la Gramàtica del català contemporani (2002) y codirector de las Obres completes de uno de sus referentes, Pompeu Fabra, Solà se mostró ayer muy emocionado al recibir el galardón de Òmnium Cultural, dotado con 30.000 euros. No era para menos: es el sexto filólogo que lo recibe de una lista en la que figura Joan Coromines (1984), cuya labor ha sido un referente para él, igual que Fabra y Noam Chomsky. Y le llega cuando en un mes ha recibido el doctor Honoris Causa por la Universidad de Lleida y ha sido designado vicepresidente del IEC.

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Con la modestia de los sabios, intentó razonar tanto honor: "Tras años de trabajar en la sombra debe de ser que vas acumulando cosas y la sociedad un día te lo va reconociendo". Tras asegurar que es "un personaje muy limitado", aseguró que el Premi d'Honor "es lo más grande que podía recibir, por encima de la Creu de Sant Jordi", que le llegó en 2005.

Asiduo en los medios (se ha editado una selección de sus 800 artículos, Plantem cara), Solà habla siempre clar i català. Ayer no fue excepción, como cuando se explayó sobre la "manida" situación lingüística: "Pueblo y lengua son estamentos inseparables; no nos lo creemos como pueblo ni lo hacen los políticos, por lo que la lengua sufre del mismo problema". También fue contundente con la cohabitación -"aquí no hay convivencia, sino una lengua que siempre se echa atrás"- y echó la culpa a los políticos, "que no quieren jugar fuerte".

Enfrascado en la elaboración del área sintáctica de la gramática del IEC ("la tendremos para 2011"), admitió que durante unos años notó "un ambiente hostil", pero que hoy está "bien" y espera "reorientar una entidad que ha crecido mucho". "Ahora me tocará solucionar problemas políticos", otro tipo de sintaxis.

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