El primer ministro danés, favorito para dirigir la OTAN

El primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, de 56 años y amante del ciclismo, comienza a poner distancia sobre otros aspirantes en la carrera para ocupar la secretaría general de la OTAN después de que haya trascendido un pacto secreto entre Berlín, Londres y París para que a partir del 31 de julio tome el relevo del holandés Jaap de Hoop Scheffer. Interrogado ayer Joe Biden sobre la posición que finalmente vaya a adoptar Washington, el vicepresidente de Estados Unidos optó por la discreción. "No tenemos postura tomada", respondió.

Es lo mismo que dijo recientemente en Cracovia el ...

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El primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, de 56 años y amante del ciclismo, comienza a poner distancia sobre otros aspirantes en la carrera para ocupar la secretaría general de la OTAN después de que haya trascendido un pacto secreto entre Berlín, Londres y París para que a partir del 31 de julio tome el relevo del holandés Jaap de Hoop Scheffer. Interrogado ayer Joe Biden sobre la posición que finalmente vaya a adoptar Washington, el vicepresidente de Estados Unidos optó por la discreción. "No tenemos postura tomada", respondió.

Es lo mismo que dijo recientemente en Cracovia el jefe del Pentágono, Robert Gates, quien definió dos características a exigir al futuro secretario general: que tenga estatura política a la altura de los líderes aliados y experiencia en gestión de organizaciones complejas. Ambas sirven para Rasmussen, con quien compiten, sobre el papel, los ministros de Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski, y Noruega, Jonas Gahr Stoere; el ministro de Defensa canadiense, Peter MacKay, el ex primer ministro esloveno Janez Jansa, el que lo fuera de Defensa británico Des Browne, o el antiguo jefe de la diplomacia búlgara Solomon Passy, el único que ha hecho oficial su ambición.

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Rasmussen guarda silencio. Pero al complejo trazado de líneas que debe complementar a las dos básicas dibujadas por Gates, el primer ministro danés contribuye con su atlantismo incondicional (apoyó la invasión de Irak y pide a los aliados que participen con más decisión en Afganistán, donde Dinamarca, un país de 5,2 millones de habitantes, tiene un número de soldados semejante a los casi 800 que ha movilizado España) y una francofilia muy bien vista por París: habla francés y gusta de subirse a la bici para remedar las etapas del Tour.

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