Matanza de 27 indígenas en el sur de Colombia

Agotados, con hambre, con sus botas de caucho, las que usan para andar por la selva; así están llegando indígenas awá a Samaniego, una población del departamento de Nariño, al sur del país. Vienen huyendo de la zona donde, según varios testigos, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han asesinado a 27 nativos en dos matanzas distintas.

Según los testimonios recogidos por las autoridades y la ONG Human Rights Watch, la guerrilla torturó y asesinó con armas blancas, el 4 de febrero, a 17 indígenas, entre ellos mujeres y niños, en la localidad de Barbacoas, informa Efe. Ad...

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Agotados, con hambre, con sus botas de caucho, las que usan para andar por la selva; así están llegando indígenas awá a Samaniego, una población del departamento de Nariño, al sur del país. Vienen huyendo de la zona donde, según varios testigos, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han asesinado a 27 nativos en dos matanzas distintas.

Según los testimonios recogidos por las autoridades y la ONG Human Rights Watch, la guerrilla torturó y asesinó con armas blancas, el 4 de febrero, a 17 indígenas, entre ellos mujeres y niños, en la localidad de Barbacoas, informa Efe. Además, los guerrilleros secuestraron a varios menores. El miércoles pasado, otros diez indios awá que habían logrado huir de la primera matanza fueron asesinados. La Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) señala de nuevo a las FARC. Los rebeldes acusaron a las víctimas de cooperar con el Ejército o de no revelarles la ubicación de los militares. La región, de difícil acceso, es un corredor estratégico para el tráfico de cocaína y de armas.

Los testigos acusan a las FARC de la tortura y muerte de los nativos

Varias patrullas militares rastrean la zona para dar con los cadáveres, informa France Presse. La tarea se ve complicada por las condiciones topográficas y de seguridad del área, donde la guerrilla tiene campos minados. La Fiscalía ha ofrecido protección al que diga dónde están los cuerpos. El gobernador de Nariño, Antonio Navarro Wolf, del izquierdista Polo Democrático, se reunió el jueves con los mandos militares y policiales. "Me parece bien que se esté llevando tropa al sitio y se esté buscando los cuerpos, porque el hecho es sumamente grave", dijo.

Cientos de indígenas se están desplazando hacia Samaniego y otras cabeceras municipales. Todos confiesan que "huyen de la matanza". "Son las FARC; ellos están allá", dice un líder de los awá, que desde hace años luchan porque les respeten su autonomía en medio del conflicto armado. Las FARC, en disputa con otra guerrilla, el ELN, y con grupos del crimen organizado, han sembrado la región de minas. Los awá, desde entonces, viven confinados. "Encerrados, sin salida no pueden ni ir a recoger plátano; no pueden moverse por ningún lado. Así el Ejército bombardee o la guerrilla mate, si uno trata de escapar, cae en las minas", dice el líder awá. El Ejército llegó a la región hace un año, para intentar hacerse con el control. Los awá han denunciado abusos. "Todos los grupos nos matan, quieren que les colaboremos, ponernos al servicio de ellos". Y esto, aseguran, provocó la matanza.

Es tan difícil la situación que los awá prefieren no dar su nombre. El que da la cara es el presidente de la ONIC, Luis Andrade, que emplazó a las FARC y a su jefe, Alfonso Cano, a dejar en paz a esta comunidad. La lista de crímenes de esta organización de origen comunista contra los awá es larga. Los matan por sapos (chivatos), por no obedecer sus órdenes. "Es que amanecen con el demonio y lo matan a uno cuando quieran".

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Y hay amenazas de muerte por recibir apoyo de entidades de asistencia social gubernamental o del Plan Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU. Altulbi Nunabi, gobernador de una de las 20 poblaciones awá, recibió hace unos años la ayuda del PMA: las FARC lo acusaron de recibir remesas de los paramilitares y lo mataron. Y reclutan a los jóvenes con distintas artimañas. Si se escapan, la amenaza es para las familias. Si no entregan al escapado, se llevan a otro hijo a sus filas.

Por todo esto los awá preparan una marcha, a la que se sumarán otras organizaciones indígenas: "Será una presión muy fuerte, para decirle a las FARC que nos respeten", afirmó este líder de 28 años que dice no sentir miedo. "Sabemos que nos tienen amenazados y sabemos que un día nos van a matar".

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