Análisis:EL ACENTO

Ambición india

La globalización también del espacio exterior se anticipa como uno de los signos característicos del siglo. Quedan ya muy lejos los tiempos en que un lanzamiento al cosmos sólo podía provenir de Estados Unidos o la URSS. Incluso la irrupción europea en esta carrera tecnológica y de prestigio, o la de Japón, resultan ya claramente ensombrecidas por la acelerada presencia de grandes potencias asiáticas emergentes, como China o India. Si Pekín realizó con éxito el mes pasado el primer paseo exterior de uno de sus astronautas, Delhi acaba de lanzar un vehículo no tripulado a la Luna -el ...

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La globalización también del espacio exterior se anticipa como uno de los signos característicos del siglo. Quedan ya muy lejos los tiempos en que un lanzamiento al cosmos sólo podía provenir de Estados Unidos o la URSS. Incluso la irrupción europea en esta carrera tecnológica y de prestigio, o la de Japón, resultan ya claramente ensombrecidas por la acelerada presencia de grandes potencias asiáticas emergentes, como China o India. Si Pekín realizó con éxito el mes pasado el primer paseo exterior de uno de sus astronautas, Delhi acaba de lanzar un vehículo no tripulado a la Luna -el Chandrayaan-1- con el propósito de cartografiar durante dos años nuestro satélite.

India no es sólo ese vasto país superpoblado, de brutales contrastes, extendida pobreza, violencia religiosa y cultura con frecuencia incomprensible para los occidentales. Es también, y aceleradamente, una potencia tecnológica y nuclearizada con la que ya es inevitable contar.

Sus ambiciones espaciales, tras las cuales hay sin duda inevitables consideraciones estratégicas, pueden tener menos pedigrí científico y literario que las estadounidenses o las europeas. Pero su cada vez menos modesto programa, iniciado callada pero firmemente hace 25 años, tiene la importante característica de que sirve mejor que ningún otro a las necesidades prácticas de su enorme y necesitada población. La agencia espacial india tiene 10 veces menos presupuesto que la NASA, pero ha puesto en el espacio casi medio centenar de satélites (en abril pasado 10 de una vez, desde un solo cohete) que están cubriendo áreas vitales: desde las comunicaciones por radio, teléfono y televisión en un país de todavía remotas infraestructuras, hasta la observación sistemática de la Tierra para proteger cosechas, predecir monzones, obtener agua o localizar zonas potenciales de pesca.

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No es de extrañar que los indios hayan asistido hipnotizados en televisión al lanzamiento de su artefacto lunar como una proeza nacional. Ni que sus prebostes espaciales visitaran antes los templos adecuados para pedir a las deidades hindúes la bendición de la nueva odisea.

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