Reportaje:

Aprovechar todos esos tejados

La Universitat y el Palau de Congressos revolucionan la energía solar urbana

Justo a tiempo para acogerse al generoso sistema de primas que terminó el viernes, dos iniciativas han agitado el mapa de energía solar de Valencia. De un lado, el Palau de Congressos, el edificio municipal diseñado por el arquitecto estadounidense Norman Foster, ha revestido su cubierta con 2.106 módulos fotovoltaicos que generarán 379.875 kilovatios/hora (kw/h) al año. Del otro, la Universitat de València ha puesto en marcha la primera fase de su plan para cubrir con placas los tejados de los edificios de sus tres campus. Hasta ahora, 8.000 metros cuadrados de paneles solares capaces de prod...

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Justo a tiempo para acogerse al generoso sistema de primas que terminó el viernes, dos iniciativas han agitado el mapa de energía solar de Valencia. De un lado, el Palau de Congressos, el edificio municipal diseñado por el arquitecto estadounidense Norman Foster, ha revestido su cubierta con 2.106 módulos fotovoltaicos que generarán 379.875 kilovatios/hora (kw/h) al año. Del otro, la Universitat de València ha puesto en marcha la primera fase de su plan para cubrir con placas los tejados de los edificios de sus tres campus. Hasta ahora, 8.000 metros cuadrados de paneles solares capaces de producir anualmente cerca de 1,5 millones de kw/h, lo que supondrá evitar la emisión de casi 750 toneladas de dióxido de carbono al año.

"Es un ejercicio de liderazgo social hacia una sociedad más sostenible"
El final del generoso sistema de primas obligó a acelerar los proyectos

Ambos casos son un ejemplo de cómo aprovechar una energía limpia y de cómo hacerlo allí donde tiene más sentido; la primera norma de eficiencia señala que lo mejor es producir la energía lo más cerca posible de dónde va a consumirse para reducir pérdidas. Y dejan de paso en evidencia a los grandes edificios públicos levantados en la ciudad en los últimos años sin tener en cuenta ese aspecto.

La iniciativa de la Universitat responde, en primer lugar, afirma su gerente e ideólogo del plan, Joan Oltra, a una cuestión de "valores". "Es un ejercicio de liderazgo social e institucional que pensamos que la universidad debe asumir para avanzar hacia un modelo más sostenible, y que supone, además, una apuesta por estar a la vanguardia tecnológica".

Es una cuestión de valores y, conviene decirlo, también de rentabilidad. Gracias a las elevadas ayudas vigentes hasta la semana pasada, la producción fotovoltaica cuenta con unas primas de 45 céntimos de euros por cada kw/h generado. Un precio que permitirá, en el caso de la Universitat, pagar en 17 años la inversión de 7,6 millones de euros, costeada mediante una operación de leasing (arrendamiento financiero) con el Santander. A partir de ese momento la energía que produzcan las placas (conectadas a la red eléctrica general), cuya vida útil se estima en unos 40 años, aunque no a pleno rendimiento, rendirán beneficios.

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El Palacio de Congresos, que se ha gastado 3,1 millones de euros en recubrir su tejado, espera amortizar la inversión en 10 o 15 años, y empezar a registrar "ingresos extraordinarios" a partir de entonces.

El decreto aprobado en el último Consejo de Ministros ha recortado la cuantía de las primas y la capacidad de instalación (aunque menos de lo que en un principio temía la industria) para reconducir la velocidad de vértigo que había alcanzado el sector (creció un 450% el año pasado, pulverizando las previsiones de instalación), y que amenazaba con hacer insostenible en términos económicos y de seguridad esta energía verde. La idea del Gobierno fue, en un principio, favorecer la instalación de paneles en el techo frente a los de suelo. Finalmente, ambas cobrarán la misma prima de 32 céntimos por kw/h, salvo que las primeras sean inferiores a 20 kilovatios.

El nuevo marco legal ha llevado a la Universitat a darse un tiempo antes de decidir si lleva a cabo la segunda fase de su plan, que supondría colocar otros 4.000 metros cuadrados de placas. Su gerente cree que se hará, y que estarán funcionando en un plazo máximo de 18 meses.

La primera fase ha sido menor de lo anunciado a finales del año pasado (16.000 metros cuadrados de paneles) por varias razones. En primer lugar, porque el final del muy generoso sistema de tarifas y del margen de instalación disparó la demanda de módulos, con la consecuente subida de precios, indica Oltra. En segundo lugar, porque el examen de las cubiertas reveló que en algunas de ellas (como la parte norte del techo del pabellón deportivo del campus de Blasco Ibáñez) las placas no serían rentables, o suscitaban problemas de seguridad.

Por último, el concurso convocado para Tarongers quedó desierto debido a sus dimensiones, según explica Oltra, lo que se resolvió parcialmente destinando allí parte de las placas de los otros campus. De modo que sólo los dos edificios departamentales de Tarongers cuentan ahora con paneles.

El siguiente paso consistiría en acabar de "colmatar" las superficies disponibles en los edificios de la universidad, incluidos los que están en construcción. No sólo eso. Si los números cuadran, la idea de Oltra es ampliarlo a aquellos aparcamientos donde resulta posible, como el del campus de Burjassot el del vecino parque científico, y los de los espacios deportivos. Y plantearse la instalación en los edificios históricos, evitando el impacto visual. Una posibilidad que se descartó inicialmente dado que, al tratarse de edificios protegidos obtener la autorización hubiese exigido meses, lo que hubiese impedido llegar a tiempo al viejo sistema de primas.

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