Análisis:EL ACENTO

Multas contra el apagón

El gran apagón del 23 de julio de 2007 que dejó a oscuras Barcelona durante más de tres días ha recibido una sanción de la Generalitat a la medida del desaguisado. Red Eléctrica (REE), propietaria de la subestación donde se originó el desastre, deberá pagar una multa de 11 millones de euros y Endesa otra de 10 millones. Es recomendable que las empresas que perjudican al consumidor paguen las consecuencias. Si la Generalitat consigue que la multa se pague, será un gran avance. La Administración, incluido un organismo teóricamente especializado como la Comisión Nacional de la Energía (CNE), fue ...

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El gran apagón del 23 de julio de 2007 que dejó a oscuras Barcelona durante más de tres días ha recibido una sanción de la Generalitat a la medida del desaguisado. Red Eléctrica (REE), propietaria de la subestación donde se originó el desastre, deberá pagar una multa de 11 millones de euros y Endesa otra de 10 millones. Es recomendable que las empresas que perjudican al consumidor paguen las consecuencias. Si la Generalitat consigue que la multa se pague, será un gran avance. La Administración, incluido un organismo teóricamente especializado como la Comisión Nacional de la Energía (CNE), fue incapaz de encontrar un responsable del siniestro. En estos casos, la vergüenza pública es una sanción tan legítima como la multa.

Se puede decir que en el apagón de julio de 2007 confluyeron dos trayectorias erróneas. REE se empeñó en controlar la red de media tensión dentro de las ciudades, a pesar de que su negocio y sabiduría tradicional estaban orientados a la alta tensión. Compró a otras empresas, a precios elevados, activos de distribución dañados por la falta de inversión. En el caso de la Endesa del PP, hay fundadas sospechas de que durante casi dos lustros sostuvo sus beneficios y dividendos gracias, entre otras mañas, a escatimar inversiones. Manuel Pizarro quiso escurrir el bulto presentando ante el Parlament un informe avasallador sobre fabulosas inversiones en Cataluña. Quizá existieron, pero resultaron tardías. Fue un cable de Endesa el que se desplomó sobre la subestación de REE; hay que descartar que una caída tan devastadora se debiera a que estaba bien anclado y mantenido.

Hay ciudades en España cuyo suministro eléctrico pende de un hilo. Un ejemplo literal es Girona, sólo conectada por una línea a la fuente de electricidad. No es la única. Las multas ejemplares son satisfactorias -siempre que se paguen-, pero no hay que olvidarse de la responsabilidad de las autoridades públicas, centrales y autonómicas. La Generalitat, los ayuntamientos y la CNE tienen que imponer a las eléctricas sus obligaciones de inversión en mantenimiento. ¿Lo están haciendo?

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