Safari de cucarachas en Orcasitas

Los vecinos piden al Ayuntamiento que fumigue el barrio

Tienen fama de ser indestructibles. Ni un ataque nuclear acabaría con ellas, se suele decir cada vez que alguien confiesa su aversión a las cucarachas. Ayer, en el barrio de Orcasitas, estaban dispuestos a cazar todas las que pudieran, armados para la ocasión con botes de cristal. Unos 50 vecinos salieron al principio a la caza.

A las once de la noche, ya eran 200 personas. Esta tarde, a las siete y media, presentarán en la Junta de Distrito de Usera todas las cucarachas que hayan conseguido. Esperan reunir unas 3.000. El objetivo es conseguir que fumiguen en el barrio.

A decir v...

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Tienen fama de ser indestructibles. Ni un ataque nuclear acabaría con ellas, se suele decir cada vez que alguien confiesa su aversión a las cucarachas. Ayer, en el barrio de Orcasitas, estaban dispuestos a cazar todas las que pudieran, armados para la ocasión con botes de cristal. Unos 50 vecinos salieron al principio a la caza.

A las once de la noche, ya eran 200 personas. Esta tarde, a las siete y media, presentarán en la Junta de Distrito de Usera todas las cucarachas que hayan conseguido. Esperan reunir unas 3.000. El objetivo es conseguir que fumiguen en el barrio.

A decir verdad, los insectos tardaron mucho en aparecer. "¡Aquí!, ¡aquí! ¡Corre!". Era el grito de aviso de dos niñas que estaban en la plaza de la Asociación de Orcasitas. Avisaban a los mayores de que habían visto unas cucarachas. Éstos llevaban desde las ocho de la tarde a la espera de que aparecieran. "Delante de casa está llenito. Mis nietos cada vez que vamos por la calle van gritando: ¡Ay, ay! Y, chof, chof, las van pisando", explicaba Gloria Gumido, de 74 años. Estaba haciendo corrillo con Carmen Córdoba, de 46, y Encarnación Moreno, de 69. Las tres son vecinas del barrio. Gloria y Encarnación estaban dispuestísimas para la guerra contra las cucarachas. "Yo las cojo con la mano si hace falta", decía Gloria.

A las 20.30 los insectos seguían sin aparecer. Los más previsores, sospechando que las cucarachas les podían dejar en la estacada el día de la caza, habían preparado ya botes con algunas atrapadas durante el día. Como Pablo Sánchez, de 75 años, que vive en la calle de la Participación. En su bote llevaba al menos 10 ejemplares, que exhibía como si fueran un trofeo. "¡El sótano está a rebosar! Tenemos que echar polvos y luego las mujeres vienen a barrerlas porque si no las vas pisando", explicaba.

Pero a las nueve de la noche, los insectos, seguían sin aparecer. Hartos de esperar, los cazadores decidieron cambiar de lugar. Bajaron por una de las calles aledañas a la plaza de la Asociación y... "¡Aquíííí! ¡Está repleto!". La que gritaba era Raquel Bruño, de 43 años. No soporta a las cucarachas. Por eso, para cogerlas, llevaba una pinza del pelo, de las largas, de dos púas. Por fin, los bichos habían aparecido. Los gritos se sucedían a un lado y a otro, y los vecinos las metían, orgullosos, en sus botes.

"Cuando alguien insiste mucho, van al portal de la persona y fumigan. Pero en el barrio en general no han hecho nada. Y esto lleva así desde hace siglos", se quejaba Félix López Rey. Él es uno de los representantes de la Asociación de Vecinos que ha impulsado la cacería y el animador oficial de la noche, megáfono en mano. En el bote de Gloria, una cucaracha intentaba trepar. "Vivita y coleando, ¿eh?", bromeaba la mujer. El insecto superaba los cinco centímetros. Pero eso no es nada para Gloria. "En el sótano son el doble de grandes", aseguraba.

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