La poesía más depurada de Joan Margarit se impone en Literatura

"Son los versos que, dentro de mi producción, reflejan más depuración, más tranquilidad y más objetividad, si es que ese último adjetivo puede o debe aplicarse a la poesía". Con esa sencillez y esa fuerza interior marca de la casa definía ayer Joan Margarit (Sanaüja, Lleida, 1938) su hasta ahora último libro de poemas, Casa de maternitat (Proa), a las pocas horas de conocer que con él obtenía el premio Nacional de Literatura de la Generalitat, dotado con 18.030 euros. "Caramba, no sabía yo eso: ya va bien porque hasta ahora ese libro sólo me daba premios ad honorem [el de la Crít...

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"Son los versos que, dentro de mi producción, reflejan más depuración, más tranquilidad y más objetividad, si es que ese último adjetivo puede o debe aplicarse a la poesía". Con esa sencillez y esa fuerza interior marca de la casa definía ayer Joan Margarit (Sanaüja, Lleida, 1938) su hasta ahora último libro de poemas, Casa de maternitat (Proa), a las pocas horas de conocer que con él obtenía el premio Nacional de Literatura de la Generalitat, dotado con 18.030 euros. "Caramba, no sabía yo eso: ya va bien porque hasta ahora ese libro sólo me daba premios ad honorem [el de la Crítica, el Cavall Vert de la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana y el Rosalía de Castro del Pen Club gallego]".

Destilaba ayer Margarit, como sus poemas, un agradecimiento muy formal, sobrio. Quizá fruto de esa eclosión que su obra, tras libros como Joana (2002, dedicado a su hija fallecida, con 10.000 ejemplares vendidos) y Càlcul d'estructures (2005), no ha parado de experimentar..., pero tras un silencioso paréntesis de crítica entre 1985 y 1999. "Cuando debuté en catalán en 1981 llegaron varios premios: a la crítica gustó mi estilo, que debieron de ver cercano al de Martí i Pol o al de Riba; pero cuando abandoné mi borrachera lingüística pasé a ser un olvidado total. Y ahí están libros como Llum de pluja y Edat roja. O sea, tengo una historia y una edad y sé cómo funciona y cómo se es poeta sin premios ni reseñas".

La claridad de sus obras es, pues, el arma que juega a conciencia. Ayuda a que así su poesía sirva a la gente, cobrando entonces todo su sentido. "El otro día la hija de Ted Hughes escribió que volvía de Australia a Inglaterra y que un poema mío la había ayudado a espantar sus temores", dice el poeta ex catedrático de arquitectura que en octubre lanzará el libro fruto de sus dos últimos años creativos, Misteriosament feliç: "Como la marea alta y baja, la muerte entra en la vida y la vida en la muerte y en ese contexto, quizá la posibilidad de ser feliz", expone. Depuración total.

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