Reportaje:

"Hace un mes que dicen que nos pagan mañana"

50 albañiles de Torrejón en huelga convocan a la prensa en la obra

"Mañana, mañana, siempre mañana, y los bancos no entienden de mañana". Con sus chanclas llenas de tierra, la gorra mal colocada y la sonrisa torcida, el rumano Mario Petrascu exige que le paguen. Él y otros 53 albañiles no cobran desde hace mes y medio. A Mario, al que deben 3.000 euros según cuenta, le espera la letra del coche, el alquiler, la luz.. Recibos que sólo entienden de puntualidad de pago. Se han dejado el lomo para levantar las fachadas de un bloque de 124 viviendas protegidas en un solar de Torrejón de Ardoz, junto al cementerio. Pero hace demasiado tiempo que no ven un euro. Y s...

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"Mañana, mañana, siempre mañana, y los bancos no entienden de mañana". Con sus chanclas llenas de tierra, la gorra mal colocada y la sonrisa torcida, el rumano Mario Petrascu exige que le paguen. Él y otros 53 albañiles no cobran desde hace mes y medio. A Mario, al que deben 3.000 euros según cuenta, le espera la letra del coche, el alquiler, la luz.. Recibos que sólo entienden de puntualidad de pago. Se han dejado el lomo para levantar las fachadas de un bloque de 124 viviendas protegidas en un solar de Torrejón de Ardoz, junto al cementerio. Pero hace demasiado tiempo que no ven un euro. Y se han plantado.

Ayer, todos esos hombres organizaron su primera rueda de prensa, asistidos por Comisiones Obreras. Allí, en el tajo, junto al polvo. Las cámaras y radios no pudieron entrar al recinto vallado. Ellos salieron para ser protagonistas por un día. Casi todos son extranjeros: rumanos, marroquíes, ecuatorianos... Caminan por nacionalidades. En fila por la obra a la que acuden desde el 9 de mayo sin coger una pala. Ni un ladrillo hasta que no vean su dinero, dicen. Denuncian que a algunos le extendieron cheques sin fondos.

Piotr Cedrowsky está desesperado. En casa le espera una hija de ocho años -"la más lista de su clase"- y una mujer que gana un sueldo de cajera. "Con una nómina no se mantiene una familia", asegura. "Y si te falta para comer, o trabajas... o robas". Le deben 1.800 euros. No cobra por horas, sino por metros. A seis euros el metro de muro. Sin pagas extras, ni liquidación, ni derechos adquiridos, a destajo.

Declaraciones a los micrófonos -"mañana, mañana, llevan un mes diciendo que pagan mañana", repiten varios- y vuelven al tajo donde hoy tampoco moverán un dedo. De camino, con una banderola sindical que alguien le ha prestado, Vicente Mendes, oscuro como el ébano, habla de Guinea-Bissau. De su mujer, de sus dos niños, del dinero que ahora mismo no les puede mandar. Y de su jornada de siete a seis. Once horas. En menos de cuatro días, Vicente supera las 40 horas semanales que permite el convenio de la construcción. Él de eso sabe poco.

Sus problemas se pierden en una cadena. La que empieza una constructora (Midascón) que contrata servicios de una segunda (Tarenat) que a su vez busca a otra empresa, Desarrollos Alcántara -a la que pertenecen los trabajadores-, para que haga parte de la obra. Un portavoz de Tarenat asegura después al teléfono que está dispuesto a asumir lo que le corresponda, aunque eso suponga la quiebra. La última ha desaparecido. El encargado no da señales de vida. No coge el móvil.

"Los problemas de las empresas no deben afectar a los trabajadores", señala Gerardo de Gracia, de CC OO. "No piden limosna, piden su salario". Gerardo entra en la caseta de obra. Reu-nión de urgencia con el director general de Midascón, José Luis Santa Isabel, que llega de Valencia. Los albañiles esperan. Fuman, se impacientan. Ambos salen en una hora. Prometen que en la reunión del lunes se arreglará todo. Deben aclarar cuánto se debe a cada trabajador. "Tenemos disposición de pagar desde el día 1", asegura Santa Isabel bajo los muros desnudos de ladrillo. Son responsables subsidiarios, la ley obliga.

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Caras largas entre los albañiles que se arremolinan en la puerta. Otra vez les toca esperar. Quizá se arregle mañana.

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