Análisis:EL ACENTO

Desde Marte con amor

Gran júbilo causó en la NASA la confirmación de que la sonda espacial Phoenix aterrizó con éxito cerca del polo norte de Marte durante la madrugada del lunes. Aunque ha desaparecido gran parte de la complicidad aventurera que acompañó la llegada del hombre a la Luna y, en menor medida, los viajes de los Challenger, todavía provoca un hormigueo especial la existencia de una frontera hoy inalcanzable, el afán por descubrir y una cierta autocomplacencia en organizar técnicas extremadamente complejas. Lo mejor de los seres humanos hay que buscarlo en una atracción atávica hacia lo de...

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Gran júbilo causó en la NASA la confirmación de que la sonda espacial Phoenix aterrizó con éxito cerca del polo norte de Marte durante la madrugada del lunes. Aunque ha desaparecido gran parte de la complicidad aventurera que acompañó la llegada del hombre a la Luna y, en menor medida, los viajes de los Challenger, todavía provoca un hormigueo especial la existencia de una frontera hoy inalcanzable, el afán por descubrir y una cierta autocomplacencia en organizar técnicas extremadamente complejas. Lo mejor de los seres humanos hay que buscarlo en una atracción atávica hacia lo desconocido. Queremos saber cómo es Marte de cerca -y después Venus, y después Saturno, y después Io, y después...- aunque el planeta se haya soñado mil veces gracias a las Crónicas marcianas de Ray Bradbury o al ciclo de John Carter escrito por Edgar Rice Burroughs. En Marte anida el terror infantil hacia los marcianos de La guerra de los mundos y, ahora, la esperanza en nuevos conocimientos sobre el universo. O eso dicen los científicos.

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La sonda Phoenix tiene como misión perforar superficialmente la piel marciana en busca de agua y quizá de vida. Sorprende la insistencia de la NASA en encontrar vida marciana; los repetidos fracasos no han conseguido disolver esa idea fija. Es posible que la idea de las bacterias en Marte sea tan sólo un señuelo para proseguir en la carrera de la colonización -recalificación de terrenos, diría un alcalde de la costa española- del sistema solar. Tampoco debe descartarse la inercia burocrática; hay que cumplir con el programa de inversiones de la NASA, sin más finalidad ni entusiasmo añadido. Si se tiene en cuenta el exangüe espíritu investigador de la administración de Bush, la última explicación parece la más probable.

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Woody Allen explicó, con uno de sus chistes a lo Bob Hope, que es posible que exista vida inteligente en algún lugar remoto de la galaxia y en algunas partes de EE UU. Si finalmente se encuentra vida en Marte, tranquilizaría saber qué tratamiento se le quiere dar. ¿La investigación antropológica? ¿La manipulación genética? ¿Alguna otra idea?

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