Reportaje:

Vaqueros a la greña

El presidente de Central Lechera Asturiana quiere reconvertir la cooperativa en sociedad limitada

Central Lechera Asturiana (Clas), la sociedad agraria de transformación (SAT) de la que forman parte 7.470 ganaderos, y que posee la mayoría del control del primer grupo lácteo español por volumen de recogida y tratamiento de leche (Corporación Alimentaria Peñasanta, Capsa) así como la titularidad de la enseña comercial Central Lechera Asturiana, dejará de ser una organización de espíritu cooperativo, al cabo de 41 años de existencia, para transformarse en una sociedad limitada si prospera la polémica propuesta que su nuevo presidente, Bertino Velasco -que hace sólo ocho meses sustituyó al his...

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Central Lechera Asturiana (Clas), la sociedad agraria de transformación (SAT) de la que forman parte 7.470 ganaderos, y que posee la mayoría del control del primer grupo lácteo español por volumen de recogida y tratamiento de leche (Corporación Alimentaria Peñasanta, Capsa) así como la titularidad de la enseña comercial Central Lechera Asturiana, dejará de ser una organización de espíritu cooperativo, al cabo de 41 años de existencia, para transformarse en una sociedad limitada si prospera la polémica propuesta que su nuevo presidente, Bertino Velasco -que hace sólo ocho meses sustituyó al histórico fundador del grupo, Jesús Sáenz de Miera-, acaba de hacer a su junta rectora.

El plan, que tiene el apoyo y la inspiración del primer ejecutivo del grupo, Pedro Astals, director general de Clas y consejero delegado de Capsa, es rechazado por el llamado sector crítico de ganaderos.

Los ganaderos críticos replican que el objetivo que subyace en el plan propuesto es acabar con cuarenta años de movimiento cooperativo
Los promotores del cambio en el primer grupo lácteo español sostienen, entre otros argumentos, que la situación de Clas es de dudosa legalidad

Fuerzas parejas

El nuevo diseño societario, que será sometido en mayo a la asamblea de ganaderos (integrada por 116 compromisarios, representantes de los 7.470 cooperativistas, y donde las fuerzas entre oficialistas y críticos están muy igualadas), consiste en el desdoblamiento de la actual Clas en dos entidades: una, que seguiría configurada como una sociedad agraria de transformación, pero que no tendría más capacidad ni patrimonio que la pura actividad de recogida y entrega de leche, y a la que sólo pertenecerían los 1.280 socios que siguen en activo como productores de materia prima, y otra, constituida como sociedad limitada, en la que participarían la totalidad de los ganaderos, tanto activos como pasivos, y que pasaría a ser la titular tanto de la marca Central Lechera Asturiana como del paquete de control (56,39%) en el accionariado de Capsa.

Esta compañía industrial, que cuenta con tres centros de producción en Asturias, dos en Galicia, dos en Andalucía, uno en Cataluña, otro inactivo en Menorca y una planta de reciente adquisición en la sierra de Madrid, produce lácteos y postres con las marcas Central Lechera Asturiana, Ato y Larsa.

Clas es hoy la mayor cooperativa láctea española y la segunda agraria del país, sólo por detrás de la gallega Coren, y es la 62ª más relevante de Europa, según un reciente estudio de la escuela holandesa de negocios Nyenrode/NICE.

El verdadero poder de Clas reside, sin embargo, en la propiedad de la marca Central Lechera Asturiana (la segunda del sector lácteo más citada por los consumidores españoles, según una encuesta difundida el año pasado por el Foro de Marcas Renombradas Españolas) y en su hegemonía accionarial en Capsa, el resto de cuyo accionariado se lo reparten el grupo lácteo francés Bongrain (27%) -dueño en España de otra compañía láctea de origen asturiano, Arias, y de Angulo General Quesera-, Cajastur (10,9%) y Caja Rural de Asturias (5,01%).

El intento de modificar la naturaleza jurídica y societaria de Clas la justifica el sector dominante de esta sociedad agraria de transformación en dos tipos de argumentos: unos de índole jurídica y otros de índole económico-empresarial.

En cuanto a los primeros, se sostiene que la situación de Clas es de dudosa legalidad porque la figura de sociedad agraria de transformación, creada en 1981 para dar encaje en la nueva situación democrática a los antiguos grupos sindicales de colonización del franquismo, no admite la presencia de socios no activos, que en Clas son la mayoría (6.190 de un total de 7.470 ganaderos partícipes), y porque se juzga recurrible ante los tribunales -lo que no ha ocurrido hasta ahora- que los activos, siendo el 15% de los socios y teniendo el 25% del capital, controlen, según los estatutos, el 86,2% de los votos en la asamblea.

Además, se alega que Clas entraría en forzosa liquidación si los socios que optan por desinvertir reclamasen que se les liquidasen sus participaciones a precio de mercado y no, como ocurre ahora, a valor contable.

En el argumentario económico-empresarial, la dirección ejecutiva de Capsa sostiene que este grupo, hegemónico en España en volumen de leche y segundo en facturación (por detrás de Danone), ha de superar el estancamiento en su crecimiento y el progresivo recorte de márgenes que afecta al sector liderando un proceso de concentración empresarial en España. Para acometer ese proceso de fusiones (y que podría culminar con la posterior salida a Bolsa de Capsa), la dirección de la compañía láctea juzga un obstáculo que la cooperativa de ganaderos mantenga la exigencia -como ocurre hoy- de perpetuar en su poder más del 51% de Capsa porque, por sus limitadas posibilidades financieras, ello cercena, se dice, la capacidad de Capsa para acudir a ampliaciones y macrofusiones.

Hasta ahora ha habido dos intentos de fusión de Capsa (con Pascual y con Puleva) que no llegaron a consumarse aunque estuvieron avanzados, y a su vez hubo una oferta de Quercus (grupo Agrolimen) para comprarle a Clas la marca y su paquete de control en Capsa, que fue rechazada por los ganaderos.

Si la actual Clas pasa a ser una sociedad limitada, en tres años (periodo máximo legal) sus participaciones podrían ser vendidas por los ganaderos al mejor postor (hoy sólo pueden transmitirse entre los socios de la SAT) y ello posibilitaría desde su absorción por Capsa, la compra por accionistas de ésta o la adquisición por terceros. Un año después, en 2012, Capsa debe renegociar con Clas el actual contrato de arrendamiento de la marca Central Lechera Asturiana.

Un plan alternativo

Los ganaderos críticos sostienen que la finalidad que subyace en el plan es la desaparición del movimiento cooperativo (Clas nació en 1967 tras una huelga de los ganaderos asturianos contra las grandes industrias lácteas) y niegan que la SAT esté en dudosa legalidad porque la estructura, estatutos y reparto de poder han sido aprobados, afirman, durante 41 años por la masa social.

Añaden que su hegemonía accionarial tampoco es un impedimento para crecer porque no ha impedido que Capsa sea hoy líder en leche.

El sector discrepante propone como plan alternativo ampliar la masa social de Clas y de Capsa dando entrada a más cooperativas asturianas y españolas y afrontar desde esa singularidad un proceso de crecimiento empresarial al que dicen que en ningún caso se oponen.

Bertino Velasco, presidente de Central Lechera Asturiana, en los jardines de acceso a la empresa.EFE

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