Reportaje:Signos

Un periodista llega a Casas Viejas

Un libro recorre la vida de Miguel Pérez Cordón, marido de La Libertaria

Un clavel y dos trajes de luto. La foto que sirve de contraportada al libro Casas Viejas. Del crimen a la esperanza (Editorial Almuzara), del historiador José Luis Gutiérrez Molina, es el mejor resumen de su contenido. Una flor sostenida en una mano de mujer como símbolo de un relato de amor, el que vivieron el periodista Miguel Pérez Cordón y María Silva Cruz, conocida como La Libertaria, tras sobrevivir a la quema de la choza en los sucesos de Casas Viejas de 1933. Esa tragedia impuso el color de los vestidos de esta singular estampa de boda. El rojo y el negro. Un homenaje a e...

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Un clavel y dos trajes de luto. La foto que sirve de contraportada al libro Casas Viejas. Del crimen a la esperanza (Editorial Almuzara), del historiador José Luis Gutiérrez Molina, es el mejor resumen de su contenido. Una flor sostenida en una mano de mujer como símbolo de un relato de amor, el que vivieron el periodista Miguel Pérez Cordón y María Silva Cruz, conocida como La Libertaria, tras sobrevivir a la quema de la choza en los sucesos de Casas Viejas de 1933. Esa tragedia impuso el color de los vestidos de esta singular estampa de boda. El rojo y el negro. Un homenaje a esas dos vidas y a las de otros muchos que perecieron en aquellos convulsos años.

Hay abundante documentación sobre los sucesos de Casas Viejas (hoy Benalup, Cádiz) y el papel que desempeñó La Libertaria. En enero de hace 75 años, tras un tiroteo, la guardia de asalto de la II República quemó la choza donde se refugiaban ocho personas. Se salvaron dos. Una era María Silva, quien se erigió en un símbolo de la lucha por la libertad. De lo que menos se ha hablado es del papel desempeñado por Miguel Pérez Cordón, un joven periodista que acudió a cubrir la noticia y terminó casándose con La Libertaria.

"Eran jóvenes muy preparados ideológicamente", explica el autor
María Silva fue secuestrada en Paterna en 1936 y asesinada

El historiador rinde homenaje a un hombre cuya figura ha pasado casi desapercibida para la historia. Pérez Cordón fue el primero en llegar a Casas Viejas y contar lo que había ocurrido. Lo publicó en el periódico de la CNT. El haberlo hecho en un diario de menor entidad y su propia afiliación, que le convertía en parte del conflicto, pueden ser algunas de las razones por las que este testimonio pionero siempre haya quedado atrás de otros relatos posteriores como los de Ramón J. Sender o Eduardo de Guzmán. La vida de Miguel también estuvo ensombrecida por la importancia simbólica que adquirió su esposa. "Ha estado condicionado por su unión con María. No se podían separar. Y él siempre ha quedado por debajo", admite Gutiérrez Molina.

Casas Viejas. Del crimen a la esperanza sirve para ensalzar al hombre como representante de una generación. "Eran jóvenes muy preparados ideológicamente. Miguel era ejemplo de una juventud con una gran actividad sindical, que creía en la transformación social", señala el autor. El libro está plagado de fotografías en las que Pérez Cordón aparece rodeado de esos referentes de lucha.

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En el apartado de agradecimientos, Gutiérrez Molina sitúa con grandes letras a Juan Pérez Silva y Catalina Silva, el hijo y la hermana de La Libertaria, quienes han sido motores en su investigación. "Era una manera de satisfacer su deseo de que se hablara de lo que les había ocurrido a María y Miguel y también a otras personas anónimas que padecieron situaciones similares", explica el autor del libro. Ellos han aportado mucha documentación personal de ambos y, sobre todo, han imprimido un carácter reivindicativo que el autor ha asumido como propio. "Han sido 15 años de investigación en las que ha prevalecido el corazón", admite.

La biografía conjunta de los dos protagonistas acabó trágicamente. María Silva fue secuestrada de su casa de Paterna (Cádiz) en 1936 y asesinada. Nadie sabe todavía dónde fue enterrada. Recientemente la Fiscalía de la Audiencia Nacional pidió el archivo de la denuncia interpuesta por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica que reclamaba que fueran considerados delitos de lesa humanidad las muertes, las sacas, las desapariciones y los exilios forzosos producidos durante la Guerra Civil. En el largo inventario de trágicas historias estaba la de La Libertaria.

El libro fue presentado en Paterna, el pueblo que junto a la muerte de este símbolo de la libertad, también sufrió el asesinato de otras 40 personas. El día que murió María Silva en esa localidad, la población masculina había huido previamente de la represión franquista sin imaginar que la violencia podía cebarse en sus mujeres e hijos. Según explica el autor del libro, Pérez Cordón nunca se perdonó haber abandonado a su esposa. "Nadie podía intuir que la brutalidad iba a alcanzar esos niveles", opina Gutiérrez Molina. A ella su marido le dedicó poesías y artículos escritos en los tres años posteriores. "Calladamente, vivía las ideas. Repudiaba el exhibicionismo (...) El plomo de los fascistas y la Guardia Civil destrozó su cuerpo. La heroína de Casas Viejas murió sin perder su habitual serenidad", publicó el periodista en el diario Fragua Social en 1937. Es uno de los muchos artículos que el libro de Gutiérrez Molina reúne por primera vez. También se incluyen sus relatos como escritor y una de sus novelas.

Miguel Pérez Cordón murió en 1939 de un disparo del bando franquista. Entonces era director de un periódico en Cartagena. Tenía 30 años. Días después de su entierro aquel diario le dedicaría estas palabras en su portada. "Gaditano de origen, compañero de La Libertaria (...), a la que entregó su alma dulce plácida en arranques insospechados de acometividad sin tacha". Un mensaje publicado en su memoria. En memoria de Miguel.

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