Reportaje:

En inventario desde 1966

La Iglesia necesita tres años más para culminar su catálogo de bienes

O sobra patrimonio eclesiástico en Madrid o lo que escasean son medios o capacidad para inventariarlo. Así es el dilema. La Iglesia católica lleva desde 1990 enfrascada en describir un inventario de sus bienes en Madrid, a instancias del Estado, que no culmina nunca. La cosa comenzó en 1966. Por inducción del Ministerio de Educación, la Iglesia emprendió un bosquejo de inventario de Madrid provincia, hecho pueblo por pueblo por un equipo aportado por la Universidad Complutense, que coordinaba el catedrático de Arte José María Azcárate y que fue publicado en 1972. Constaba de someras informacio...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

O sobra patrimonio eclesiástico en Madrid o lo que escasean son medios o capacidad para inventariarlo. Así es el dilema. La Iglesia católica lleva desde 1990 enfrascada en describir un inventario de sus bienes en Madrid, a instancias del Estado, que no culmina nunca. La cosa comenzó en 1966. Por inducción del Ministerio de Educación, la Iglesia emprendió un bosquejo de inventario de Madrid provincia, hecho pueblo por pueblo por un equipo aportado por la Universidad Complutense, que coordinaba el catedrático de Arte José María Azcárate y que fue publicado en 1972. Constaba de someras informaciones de los bienes eclesiásticos censados e incluía imágenes, pinturas, esculturas, órganos y retablos; en 1975, se iniciaron censos de bienes eclesiásticos de los partidos judiciales de Torrelaguna y Colmenar Viejo, de los que sólo se publicó el colmenareño, realizado por la profesora Áurea de la Morena; y en 1983 vio la luz un catálogo de edificios religiosos de Madrid capital, hecho por la profesora Virginia Tovar, que incluía bienes muebles. Áurea de la Morena explica que aquella tarea prosiguió de manera más sistemática, con fichas ilustradas con fotografías -propiamente un inventario- a partir de la promulgación de la Ley de Patrimonio de 1985. Establecía la necesidad de inventariar los bienes muebles de la Iglesia en 10 años y daba competencias a los Gobiernos regionales para seleccionar aquéllos considerados bienes de interés cultural (BIC) a los que aplicaría una protección que impedía su enajenación o venta a terceros. La Iglesia conservaba su propiedad.

Tres personas catalogan hoy con un presupuesto de 70.000 euros
Para el delegado episcopal "quedan sólo dos conventos por inventariar"

En 1990, el arzobispado de Madrid, con fondos del Ministerio de Cultura encauzados por el Gobierno regional, creó un equipo de la Universidad Complutense coordinado por Francisco Portela e integrado por Miguel Ángel Castillo, Virginia Tovar y Áurea de la Morena. Cada uno de ellos tenía un grupo de tres personas para clasificar in situ bienes muebles de 650 parroquias, 37 monasterios y 80 ermitas, pero pronto se redujo el equipo a las dos mujeres.

"Al cumplirse aquel primer plazo de 10 años sin que la tarea acabara", explica Luis Lafuente, subdirector de Patrimonio del Ministerio de Cultura, "fue preciso prorrogarlo otros 10 años, hasta 2005". Ahora, una nueva prórroga amplía hasta 2012 su término.

Por cada ficha, en 1990 el equipo percibía 30 euros -menos el 18%- y hoy cada una se paga a 43 euros. En total, desde entonces a hoy, la Iglesia ha recibido del Estado a través del Ministerio de Cultura, 546.000 euros para este menester.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

"El presupuesto para inventariar es ahora de 70.000 euros al año y se necesitaría otro tres veces mayor", asegura José Luis Montes, delegado episcopal para el Patrimonio Cultural de la archidiócesis de Madrid, que supervisa la actual fase del inventario dirigida por Áurea de la Morena, directora de la Academia arzobispal de las Artes de San Dámaso, que coordina un equipo formado por los profesores José M. Quesada y Rosa Cardero. Según José Luis Montes, "el inventario está prácticamente terminado, a excepción de dos conventos". Luis Lafuente dice por su parte: "Hasta ahora el Ministerio de Cultura ha recibido de la Iglesia fichas de 17.291 objetos valiosos" y confía en verlo terminado este año. Pero aún queda tajo: "Para hacer una revisión cabal de lo hecho necesitaríamos tres años más", sentencia Áurea de la Morena.

Una joya apagada durante décadas

La Capilla del Obispo, joya del gótico tardío madrileño enclavada en la céntrica plaza de la Paja desde comienzos del siglo XVI, permanecerá vedada a los ojos de los forasteros y madrileños al menos durante nueve meses más. Once años de rehabilitaciones y varias décadas de cierre preceden a este nuevo retraso. El hallazgo de vestigios de enterramientos de un preexistente y subterráneo cementerio mozárabe durante la obra por atajar unas humedades bajo el bellísimo cenotafio del obispo de Plasencia es la causa que la Comunidad de Madrid, y también el arzobispado, esgrimen para justificar el nuevo retraso.

Su aspecto interior la semana pasada era el de un terreno batido, con el suelo excavado cubierto de grava, todos sus ricos grupos escultóricos enfundados en plástico y masas de polvo en el ambiente. El recinto es propiedad del arzobispado, por cesión de la casa ducal de Alba, que lo otorgó a cambio de que se misara en él y fuera "destinado al disfrute del pueblo de Madrid". El arzobispado quiere instalar en su sala capitular su Academia de San Dámaso. La culminación de las obras dentro de al menos nueve meses fue fijada por José Luis Martínez-Almeyda, director general de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, organismo que aplica una rehabilitación-restauración integral -en esta fase cifrada en 2.180.000 euros-, acometida por el arquitecto Javier Vellés, cuyos preludios parciales, que abarcaron una rehabilitación integral de la contigua iglesia de San Andrés, se remontan a 11 años atrás. Desde entonces hasta el fin del año 2007, estas obras han consumido un total de 4.629.533,44 euros del Gobierno regional.

Archivado En