CUNA ACADÉMICA DE 7 PRESIDENTES | La carrera hacia la Casa Blanca

Harvard vota en la Red

"Las elecciones estadounidenses son algo muy parecido a un concurso de popularidad. Todo es retórica e imagen. Y toda la estructura de las campañas se apoya en la personalidad de los candidatos. Es uno de los puntos débiles de nuestro sistema".

Es posible que muchos observadores de la política estadounidenses compartan esa opinión con Alexander Keyssar, catedrático de Historia y Políticas Sociales de la John F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard.

Pero este académico, encargado de la educación de los futuros líderes de Estados Unidos -así se habla de los alu...

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"Las elecciones estadounidenses son algo muy parecido a un concurso de popularidad. Todo es retórica e imagen. Y toda la estructura de las campañas se apoya en la personalidad de los candidatos. Es uno de los puntos débiles de nuestro sistema".

Es posible que muchos observadores de la política estadounidenses compartan esa opinión con Alexander Keyssar, catedrático de Historia y Políticas Sociales de la John F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard.

La universidad prohíbe que se cuelguen carteles electorales
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Pero este académico, encargado de la educación de los futuros líderes de Estados Unidos -así se habla de los alumnos de la universidad más antigua y elitista del país-, sabe que esa debilidad será la que al final se imponga en los resultados electorales. "Entre los demócratas, el único candidato que propuso ideas nuevas fue John Edwards. Obligó a Obama y Hillary a hablar de la medicina universal, que obviaban al inicio de la campaña. Pero a Edwards le ha faltado el carisma de Obama y la fama de Hillary. En el campo republicano ni siquiera ha habido ideas. McCain es el rostro conocido y Romney la novedad", explica este profesor.

Sin embargo, entre la élite académica de la universidad en la que estudió Barack Obama y donde se alumbró a siete presidentes estadounidenses, incluido John Fitzgerald Kennedy (con el que ahora algunos comparan al político de raza negra), hay quienes piensan que el matrimonio entre popularidad y elecciones no es negativo. "El liderazgo y el carisma siempre han sido parte de la política. Un presidente tiene que ser carismático, caer bien. Pero esta vez también importa la raza y el sexo. Y aunque la gente lo niegue y los candidatos eviten el tema, en Estados Unidos la raza aún cuenta", asegura Thomas Patterson, autor del libro Mass media election y profesor en la John F. Kennedy School of Government de Harvard.

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En esta universidad donde antiguas construcciones de piedra y casas de estilo victoriano tratan de crear esa ilusión de universidad británica con la que fue fundada en 1636 en la orilla opuesta a Boston, al otro lado del Charles River, no hay rastro del ajetreo electoral que uno esperaría de un campus universitario. El centro prohíbe que se cuelguen carteles y tampoco cede locales a las asociaciones universitarias, así que la actividad política hay que buscarla en Internet, como todo en el siglo XXI.

"Facebook y Myspace son los dos epicentros de la campaña entre estudiantes", explica Jon Barkin, estudiante de tercer curso en la Harvard Law School (HLS), donde ayudó a fundar la HLS for Obama, que cuenta con 343 alumnos en Facebook, frente a los escasos 40 del grupo homónimo por Hillary.

"Esta universidad es cuna de presidentes y eso pesa entre los alumnos. Yo no quiero ser político, pero por primera vez creo en un líder", explica su compañero Ben Levi, de Chicago, como Obama.

Él es blanco, de una élite que puede permitirse pagar 35.000 dólares anuales (23.600 euros) para estudiar en Harvard y no cree que el racismo cuente en la campaña. Pero el profesor Keyssar es contundente: "Tradicionalmente, entre las clases trabajadoras de raza blanca, la integración de los negros en las universidades se ha visto como una alianza entre las élites y los negros a expensas de los blancos más pobres. Por eso, el currículo de Obama como ex alumno de Harvard jugará en su contra, aunque a las clases altas les sirva de garantía. No hay que engañarse, en este país todavía hay racismo. ¿Cuánto? Lo dirán los votos".

En los silenciosos pasillos de la Harvard Law School, Julian Thompson, negro, de 21 años, se preparaba el lunes para acudir al cierre de campaña de Obama en Boston. "Mi bautismo político fue con Monica Lewinsky. Ahora, sin embargo, veo cierto cambio de discurso. En Harvard, la mayoría es blanca y parece apoyarle, así que no creo que la raza importe. Somos otra generación".

Laurence Tribe, profesor de derecho constitucional en esa escuela de leyes, tuvo a Obama por alumno y hoy le asesora en su campaña. También él es optimista. "Yo quiero creer que este país ha pasado página respecto a su pasado más oscuro".

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