"¿Quién es ése al que matamos?" "Es mi hijo"

Se llama Pastora Mira, es colombiana y un día recogió en la calle a un joven de 17 años gravemente herido en una pierna. No le hizo preguntas y se lo llevó a su casa. Le curó, le dejó dormir y le preparó el desayuno. Al abrir los ojos, el joven le preguntó: "¿Qué hacen ahí las fotos de ése que matamos anteayer?". Pastora contestó: "Ésta es su casa, yo soy su madre y la cama en la que duermes es la suya". Mira, de 51 años, contó ayer su historia en el IV Congreso Internacional de Víctimas de Terrorismo. Las víctimas extranjeras, sobre todo colombianas, realizaron la mitad de las intervenciones ...

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Se llama Pastora Mira, es colombiana y un día recogió en la calle a un joven de 17 años gravemente herido en una pierna. No le hizo preguntas y se lo llevó a su casa. Le curó, le dejó dormir y le preparó el desayuno. Al abrir los ojos, el joven le preguntó: "¿Qué hacen ahí las fotos de ése que matamos anteayer?". Pastora contestó: "Ésta es su casa, yo soy su madre y la cama en la que duermes es la suya". Mira, de 51 años, contó ayer su historia en el IV Congreso Internacional de Víctimas de Terrorismo. Las víctimas extranjeras, sobre todo colombianas, realizaron la mitad de las intervenciones y aportaron estremecedoras historias, seguidas de peticiones de conciliación y unidad.

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El encuentro de Mira con el verdugo de su hijo ocurrió en mayo de 2005. Los paramilitares de Colombia ya le habían arrebatado a su padre, asesinado en los años sesenta; a su hija, secuestrada en 2001, y a su hijo, que "comido por la ira" decidió atacar a los grupos que financiaban a los paramilitares hasta que cayó en sus manos.

"Rompió a llorar cuando le dije que el de las fotos era mi hijo", continúa Mira. "Me contó que le habían torturado durante 15 días antes de matarlo. Yo le di un teléfono y le dije: 'En algún lugar del mundo tiene que haber una madre preocupada por ti, llámala y dile que estás vivo'. Porque en ese momento me di cuenta de que eran chicos muy jóvenes cargados de dolor y venganza. Estos grupos paramilitares funcionaban de forma jerarquizada y nunca podríamos acceder a la cúpula, pero sí a las bases, para derribar el edificio desde abajo, poco a poco".

Aquel joven trabaja hoy con Pastora en el Centro de Acercamiento para la Reparación y la Reconciliación, en San Carlos (Colombia). "Nunca volvimos a hablar de mi hijo. Ahora tenemos en el centro a 32 victimarios y 90 víctimas. Nos han ayudado a localizar 15 fosas de desaparecidos", explica Mira. Ella encontró el cadáver de su hija con datos de unos y otros, tras haberla buscado escarbando ella misma la tierra durante cinco años.

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