A TOPE

Trata de arrancarlo, Carlos

Menos mal que mi cortometraje fue nominado al Oscar el año pasado. Permítanme este íntimo suspiro de alivio pero la actualidad informativa me obliga a tirar de experiencia vital. La ceremonia de los Globos de Oro, la antesala de los premios de la Academia, se ha suspendido. Los premios que otorga la prensa extranjera acreditada en Hollywood se anunciarán a través de un comunicado de prensa, nada de alfombra roja, trajes de etiqueta, suspense al anunciar las nominaciones, discursos... nada. La razón es la huelga de los guionistas norteamericanos que sigue aterrorizando a los grandes estudios ci...

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Menos mal que mi cortometraje fue nominado al Oscar el año pasado. Permítanme este íntimo suspiro de alivio pero la actualidad informativa me obliga a tirar de experiencia vital. La ceremonia de los Globos de Oro, la antesala de los premios de la Academia, se ha suspendido. Los premios que otorga la prensa extranjera acreditada en Hollywood se anunciarán a través de un comunicado de prensa, nada de alfombra roja, trajes de etiqueta, suspense al anunciar las nominaciones, discursos... nada. La razón es la huelga de los guionistas norteamericanos que sigue aterrorizando a los grandes estudios cinematográficos, no sólo porque no hay nuevos guiones que rodar, sino por las simpatías que despiertan los plumillas entre las estrellas de la pantalla: los actores se han solidarizado con los guionistas desde el comienzo de la huelga y tienen intención de ausentarse de las grandes citas de la Meca del Cine. Ya se han suspendido los Globos de Oro y los Oscars corren peligro...

Imagínense una ceremonia de los Oscars de este año sin Tom Hanks, Julia Roberts, Tom Cruise, Meryl Streep, Nicole Kidman o Javier Bardem. ¿Qué pasaría? Sencillamente se anularía, porque la gente no tendría ningún interés en verla. Lo más divertido de los Oscar son los grupos de amigos que quedan de madrugada en una casa para ver a los famosos en la alfombra roja, las idas y venidas en el escenario de las grandes estrellas, a la premiada como mejor actriz secundaria emocionada al recibir la estatuilla, la cara de los perdedores cuando le dan el Oscar a su competidor (la famosa sonrisa forzada) y sobre todo para poner a parir los modelitos de ellos y ellas. Ahí está la maldita gracia.

Pero ahora pongámonos en una situación distinta. Te han nominado al Oscar, tu mayor sueño. Eres, por ejemplo, un director de cine albano-kosovar que ha dirigido un cortometraje de animación y para ti ir a la ceremonia de los Oscar es lo más, una oportunidad única en la vida. Vas a viajar a Los Ángeles, ir a fiestas de la Academia, conocer a mucha gente... pero justo ese año, por primera vez en la historia de los premios, el acto de entrega se suspende. Y te quedas en tu casa, con la mirada perdida, en chándal y cenando una pizza fría mientras esperas que la lista de ganadores salga en Internet. No vas a conocer a Spielberg, ni cenarás con Will Smith, ni tampoco desfilarás por la alfombra roja. Y justo te han nominado ese año. Quizá a la gente en Hollywood les parezca incluso un alivio que no hayan jolgorio este año pero a ti no te hace puñetera gracia.

Por eso me paso la mano por la frente y me digo: "Por poco". Porque si el año que me nominan al Oscar la ceremonia se suspende, me sentiría como Carlos Sainz a escasos metros de la meta y con el motor roto. ¿Se acuerdan de lo que le gritaba Luis Moya? Pues eso.

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