Vilalba sortea la crisis con el récord de 100 euros por cada capón

En poco más de una hora se agotaron los mil capones que llegaron al mercado

La localidad lucense de Vilalba revivió un año más la tradicional venta de sus capones. En esta ocasión fueron mil -otros 700 ya se habían vendido con anterioridad- los que llegaron al mercado y una hora después de la apertura ya estaban casi todos vendidos.

A las 8 de la mañana, centenares de cestas de mimbre esperaban repletas de capones a que apareciera un comprador. Cuando a las 9.30 horas se abrió el mercado, los capones "salieron como balas", afirmó un orensano que se convirtió en uno de los primeros en hacerse con cuatro ejemplares. Pagó por cada uno 100 euros, un precio superior...

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La localidad lucense de Vilalba revivió un año más la tradicional venta de sus capones. En esta ocasión fueron mil -otros 700 ya se habían vendido con anterioridad- los que llegaron al mercado y una hora después de la apertura ya estaban casi todos vendidos.

A las 8 de la mañana, centenares de cestas de mimbre esperaban repletas de capones a que apareciera un comprador. Cuando a las 9.30 horas se abrió el mercado, los capones "salieron como balas", afirmó un orensano que se convirtió en uno de los primeros en hacerse con cuatro ejemplares. Pagó por cada uno 100 euros, un precio superior al del año pasado, pero "valió la pena"", aseguró.

Las cestas más visitadas fueron las de cartel con distintivo de premio. Aurora, de Oleiros, se llevó el reconocimiento como "mejor criadora"; María José, de Lanzós, se exhibía orgullosa con el galardón al ""mejor par" y Carmen, de Goiriz, despachó en un suspiro los capones de de la "mejor cesta".

Con la misma rapidez que se producían las transacciones, dos empresas de mensajería apuraban en el mismo recinto ferial el embalado. Y es que el capón es un producto que muy pocas veces degusta quien lo compra, porque la mayor parte llega a sus destinatarios de regalo. Es el caso del cardenal Rouco Varela, el senador Manuel Fraga, el pregonero de las fiestas de San Ramón y el que será nuevo obispo de Lugo, Alfonso Carrasco, todos ellos naturales de Vilalba, a quienes el ayuntamiento obsequia con sendos pares de capones.

Los ocho meses de cebado, la castración, el sangrado y la grasa que adorna la especie avícola una vez en la cesta conforman todo un ritual que sólo se realiza en Vilalba, porque el capón "es un producto exclusivo de aquí y único en el mundo", remarca el gerente de la asociación de criadores, Gonzalo Hermida.

"Los pude vender todos en casa, pero siempre guardo alguno para venir a la feria. No sé, pero es una costumbre que no se puede perde", explicó una criadora. La asociación de criadores quiere ir un poco más allá de la tradicional feria. El objetivo es conseguir que la Consellería de Medio Rural otorgue a este producto la consideración de "denominación de calidad" e impulsar la comercialización de capones de cinco meses. Ya está en marcha una explotación de este tipo que, según Hermida, "dará mucho que hablar".

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