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"Me agobia la oficina"

Los problemas en la educación

"Mis padres dicen que yo veré lo que hago, pero que me saque una carrera. No me gusta, me agobia la oficina y carrera no voy a hacer. Me saldré en cuarto". Juan Jesús intuye a sus 16 años que está en un momento decisivo, pero parece tener las cosas más o menos claras pese a estar en plena adolescencia: "Seguiré estudiando, pero cuando el año que viene me salga me iré al ciclo en el que se trabaja con estructuras metálicas. Como hay poca gente haré dinero", dice con una sonrisa pícara. Juan Jesús repite tercer curso de ESO en el instituto Ángel Ganivet de Gr...

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Los problemas en la educación

"Mis padres dicen que yo veré lo que hago, pero que me saque una carrera. No me gusta, me agobia la oficina y carrera no voy a hacer. Me saldré en cuarto". Juan Jesús intuye a sus 16 años que está en un momento decisivo, pero parece tener las cosas más o menos claras pese a estar en plena adolescencia: "Seguiré estudiando, pero cuando el año que viene me salga me iré al ciclo en el que se trabaja con estructuras metálicas. Como hay poca gente haré dinero", dice con una sonrisa pícara. Juan Jesús repite tercer curso de ESO en el instituto Ángel Ganivet de Granada.

A su lado Javier, con 15 años, cuenta que su pasión es "la cultura o el campo". "Me iría a labrar el campo para no tener jefes ni depender del dinero", relata con gesto confuso. A continuación, recuerda su mayor afición: la fotografía. "Podría estudiarla en una escuela de artes y oficios", propone como opción.

Javier estuvo el pasado año alejado de las clases durante cuatro meses y ahora recuerda esa etapa agridulce: "Se aprende otras cosas con otros colegas. A estar ahí fuera", señala al mirar por encima de la tapia.

El jefe de estudios José Manuel Rojo, recuerda mientras les escucha que el abandono escolar "es un fracaso nuestro y suyo". Rojo ha comprobado cómo muchos de los chicos que desertan en plena adolescencia acaban por regresar para volver a estudiar en los cursos nocturnos superada la mayoría de edad, ya que comprueban que a menudo el mercado laboral no valora su cualificación sin que hayan finalizado la ESO o cuenten con el título de bachiller.

Hasta que la posibilidad de continuar los estudios no se frustra del todo, la mayoría de los padres, por lo general involucrados en el devenir académico de sus hijos, no arrojan la toalla. "Existe un lamento generalizado, pero también una imposibilidad de convencer y una cierta impotencia. Las familias desestructuradas que necesitan que sus hijos se incorporen al mercado de trabajo son muy minoritarias", valora el director del instituto Pablo Picasso, Aquilino Melgar.

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El paso de los chicos a la Formación Profesional está visto con buenos ojos por la mayoría de los educadores, que consideran que hoy día cuenta con más medios y mejores educadores. "La FP ha logrado una cualificación importante. Pero considero que la demanda de los chicos a veces no coincide con la que les ofrece el mercado. Da igual la de veces que les orientas para que elijan mecánica en vez de informática, que es un módulo saturado. Pues nada, no escuchan y se apuntan como si se tratara de una moda", critica Melgar.

La atención a la diversidad de los menores resulta fundamental en el camino para reducir el abandono, según señalan los expertos.

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