MIRADOR

Corea del Norte sorprende

El acuerdo para evitar la militarización nuclear de Corea del Norte, impulsado básicamente por Estados Unidos y conseguido el pasado febrero tras años de negociaciones a seis bandas, parece ser algo más que un papel que espera ser puesto a prueba. El régimen de Pyongyang, que sorprendió al mundo con su primera prueba atómica en octubre de 2006, ha permitido la llegada al país, por primera vez en más de cuatro años, de una decena de expertos de la ONU que se encargarán de verificar el anunciado cierre norcoreano de su reactor en Yongbyon, un complejo que produce plutonio susceptible de ser util...

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El acuerdo para evitar la militarización nuclear de Corea del Norte, impulsado básicamente por Estados Unidos y conseguido el pasado febrero tras años de negociaciones a seis bandas, parece ser algo más que un papel que espera ser puesto a prueba. El régimen de Pyongyang, que sorprendió al mundo con su primera prueba atómica en octubre de 2006, ha permitido la llegada al país, por primera vez en más de cuatro años, de una decena de expertos de la ONU que se encargarán de verificar el anunciado cierre norcoreano de su reactor en Yongbyon, un complejo que produce plutonio susceptible de ser utilizado en la fabricación de armas atómicas. Llevará semanas al OIEA instalar los equipos necesarios para esa certificación, pero el gesto de Pyongyang, celebrado cautelosamente por Washington, es la primera noticia alentadora en mucho tiempo sobre el enfriamiento de una crisis cuyo temido desenlace sólo podía ser la puesta a punto por el impredecible régimen estalinista de la bomba nuclear.

Se trata sólo de un peldaño y con mucho retraso. Pero, contra todo pronóstico, Corea del Norte, que además de a Washington mantiene en vilo a Tokio y Seúl con sus progresos en misiles de corto y medio alcance, da señales de encaminarse hacia el abandono de sus actividades atómicas bélicas a cambio de dinero, que necesita desesperadamente, y petróleo. Esta misma semana, en una nueva sesión negociadora, los interlocutores de Pyongyang (EE UU, Japón, China, Corea del Sur y Rusia) deben tener otra muestra de las intenciones de Kim Jong Il: el próximo paso previsto por los acuerdos de febrero es la entrega por Corea del Norte de la lista completa de sus instalaciones atómicas.

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