Reportaje:

Criado en la selva por la guerrilla colombiana

El policía que huyó de las FARC revela que una secuestrada tiene un hijo con un miliciano

"Clara sufría mucho; yo alcanzaba a escucharla pidiendo ver a su hijo. Se lo llevaban y lo recogían después; la guerrilla se encarga de la crianza". Este escalofriante testimonio de John Frank Pinchao, el suboficial de la policía que se escapó de un campamento de la poderosa guerrilla de las FARC, en las selvas del Vaupés, al sur del país, fue ofrecido ayer en una conferencia de prensa. Pinchao se refería a Emmanuel, hijo de un guerrillero y de Clara Rojas, la candidata a la vicepresidencia de Colombia en la lista de Ingrid Betancourt. Ambas permanecen secuestradas por las FARC desde hace más ...

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"Clara sufría mucho; yo alcanzaba a escucharla pidiendo ver a su hijo. Se lo llevaban y lo recogían después; la guerrilla se encarga de la crianza". Este escalofriante testimonio de John Frank Pinchao, el suboficial de la policía que se escapó de un campamento de la poderosa guerrilla de las FARC, en las selvas del Vaupés, al sur del país, fue ofrecido ayer en una conferencia de prensa. Pinchao se refería a Emmanuel, hijo de un guerrillero y de Clara Rojas, la candidata a la vicepresidencia de Colombia en la lista de Ingrid Betancourt. Ambas permanecen secuestradas por las FARC desde hace más de cinco años.

El pequeño cautivo nació, hace tres años, en un campamento de las FARC, en una casa de tabla rodeada de dos cercas de alambre y forrado por dentro, hasta el techo, con alambre de púas. De manera indirecta el país conocía su existencia. El portavoz de las FARC se lo contó a un periodista que escribió un libro sobre el tema. Pero sólo ahora se tiene la certeza de la existencia de Emmanuel, un niño canjeable en la lista de los 54 secuestrados con los cuales las FARC pretenden recuperar a sus casi 500 combatientes en prisión.

El agente asegura que la candidata presidencial Ingrid Betancourt sigue viva

Pinchao compartió un año con Clara y con su hijo, de los ocho y medio que pasó cautivo. El campamento alberga dos casas alambradas; en una estaban los políticos, en otra los policías. No había contacto entre ellos. Un año después, cuando los dividieron en grupos, en el desplazamiento tuvo oportunidad de hablar con Clara cinco minutos. "El niño estaba grande, como de un año, estaba saludable". No los volvió a ver. No es la única atrocidad que ha contado este suboficial que, luego de fugarse en medio de un torrencial aguacero, tuvo que vagar 17 días por la selva hasta encontrar un comando de policía de jungla. El miércoles por la noche llegó a Bogotá.

Pinchao asegura que los guerrilleros encadenan del cuello a sus secuestrados, en parejas, día y noche. A veces pasan así, con libertad de moverse sólo unos escasos metros durante meses enteros. Es el castigo para quienes intentan fugarse. No se ha librado ni Ingrid Betancourt. La ex candidata presidencial, ha intentado fugarse en varias ocasiones. "Nos hicimos amigos al final; hacíamos ejercicio juntos" contó en la conferencia de prensa que se celebró en el cuartel de la policía.

Al comienzo, aclaró Pinchao, chocaba con Ingrid Betancourt pues sus ideas políticas y religiosas y su visión sobre las noticias, es muy distinta. Además, a la ex candidata le prohíben, a veces, hablar con sus compañeros de pesadilla. Pinchao se mostró sorprendido por todo lo que ha ocurrido desde el momento en que regresó a la libertad. "Esperaba llegar a mi casa, en la noche y decir: ¡papá!, ¡mamá! ¡aquí estoy!".

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Las cosas han resultado ser muy diferentes y Pinchao se ha convertido en un héroe. El suboficial ya ha estado en la casa de Gobierno con el presidente Álvaro Uribe y el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. Su regreso a la libertad se dio en medio de una avalancha de noticias que hablan de las atrocidades del paramilitarismo. A sus 33 años, Pinchao, un suboficial de maneras serenas y contundentes, a un tiempo, muestra la otra cara, la crueldad de la guerrilla. De ahora en adelante, será una especie de embajador volante encargado de desdibujar la "imagen de justiciera", que para algunos, aún tienen las FARC.

"¿Si los guerrilleros pueden conseguir alambre de púas, por qué no pueden conseguir medicinas?", se preguntó Pinchao en la conferencia de prensa. Todos sus compañeros de cautiverio han estado enfermos: hepatitis, males del estómago, tensión alta, diabetes; a un político le han dado siete preinfartos... Al comienzo los atendían "médicos de verdad". Desde hace años, sólo unos enfermeros que, con ayuda de algunos cuadernos, "intentan adivinar qué enfermedad tenemos".

Un artículo en la revista Selecciones que habla de "autocuración" se convirtió para los secuestrados en una guía. Con él estaban, al final, también los tres norteamericanos que son canjeables. En los campamentos de la guerrilla se dedicaban a enseñar inglés. Más tarde, dejaron de hacerlo porque se les acabaron los cuadernos y las estilográficas.

Según Pinchao, los tres gringos jamás han intentado escapar; les da miedo perderse en la selva y la amenaza de los animales salvajes.

Pinchao escuchaba con atención las razones de los gringos pero no les hacía caso: "¿Si hay gente que ha llegado a la Patagonia en bicicleta, por qué no voy a poder llegar a un sitio donde haya gente que me ayude?", se preguntaba en silencio. Durante año y medio planeó la fuga. Hoy asegura que fue Dios quien le señaló en qué momento hacerlo.

Ayer, después de cinco días ingresado en un hospital, pudo regresar a su casa. El director científico del hospital de la policía aseguró que todavía sufre de una desnutrición severa y que "su masa muscular es mínima". Su extrema delgadez, se adivina debajo de ese uniforme impecable de policía que lució ayer en la conferencia de prensa.

El policía colombiano John Frank Pinchao, ayer en Bogotá.REUTERS

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