Reportaje:

Irán racionará la gasolina

El segundo productor mundial de petróleo importa el 40% del combustible por falta de refinerías

Como millones de conductores iraníes, Ghiasi se preguntaba ayer a cuánto va a costarle la gasolina la próxima vez que llene el depósito de su Peykan. Después de semanas anunciando para hoy un aumento del 25% en los precios del combustible y su racionamiento, las autoridades seguían evaluando cómo reducir el enorme gasto en subsidiar ese producto sin disparar una inflación que ya supera el 17%. La televisión estatal informó de que la subida no entrará en vigor hasta que no esté listo el mecanismo de asignación.

Resulta chocante que el segundo productor mundial de petróleo se plantee raci...

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Como millones de conductores iraníes, Ghiasi se preguntaba ayer a cuánto va a costarle la gasolina la próxima vez que llene el depósito de su Peykan. Después de semanas anunciando para hoy un aumento del 25% en los precios del combustible y su racionamiento, las autoridades seguían evaluando cómo reducir el enorme gasto en subsidiar ese producto sin disparar una inflación que ya supera el 17%. La televisión estatal informó de que la subida no entrará en vigor hasta que no esté listo el mecanismo de asignación.

Resulta chocante que el segundo productor mundial de petróleo se plantee racionar la gasolina. Pero la falta de suficientes refinerías obliga a Irán a importar el 40% del combustible que consume, lo que sumado a que es un producto subvencionado, constituye una sangría para las arcas del Estado. El año pasado, que en el calendario iraní va del 22 de marzo de 2006 al 21 de marzo de 2007, eso supuso la friolera de 3.700 millones de euros, un 10% de los ingresos del petróleo y un 17,5% del producto interior bruto, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Y es que los iraníes disfrutan de una de las gasolinas más baratas del mundo: 800 riales (6,5 céntimos de euro) el litro de normal y 1.200 riales (9,6 céntimos), el de súper. A esos precios, que muchos iraníes consideran un derecho, dada la riqueza petrolera de su país, no es de extrañar que el consumo aumente al 10% anual. Pero el porcentaje de combustible que se compra fuera tiene precios de mercado y el Estado pone la diferencia.

Hace ya años que analistas y políticos debaten la necesidad de poner fin a esa situación, aunque hasta ahora nadie se había atrevido a dar el paso. Irán carece de sistemas de transporte público que sirvan de alternativa a los taxis colectivos en los que se desplazan la mayoría de trabajadores. Este año, por fin, el Parlamento introdujo una provisión en ese sentido en los Presupuestos, pero Gobierno y legisladores no han sido capaces de ponerse de acuerdo sobre cómo ponerla en práctica.

La propuesta de los parlamentarios sugería un sistema doble: aumentar un 25% los precios actuales y limitar los litros subvencionados por conductor, de forma que el exceso consumido se pagara a precio real. Sin embargo, el Ejecutivo de Mahmud Ahmadineyad, temeroso del malestar que va a generar la medida, ha tratado de que sólo se aplicara la subida (moción que rechazaron los diputados) y aunque ha empezado a distribuir tarjetas para un eventual racionamiento, no termina de aclarar cómo va a funcionar el sistema.

Un iraní muestra en Teherán una tarjeta de racionamiento de gasolina.REUTERS
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