Los imanes argelinos son apartados de la política

"No es posible asociar religión y política". "La mezquita es un lugar de culto, no un lugar para hacer política". Con estas palabras el ministro argelino de Asuntos Religiosos, Buabdalá Ghlamallá, anunció a principios de semana que estaba en preparación una ley que prohibiría a los imanes afiliarse a un partido o presentarse a las elecciones.

Cuando, sin embargo, el Gobierno necesita a los imanes, todos ellos funcionarios, para difundir un mensaje no duda en utilizarlos. Echó mano de ellos, por ejemplo, para disuadir a los jóvenes argelinos de que emigrasen clandestinamente a Europa por...

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"No es posible asociar religión y política". "La mezquita es un lugar de culto, no un lugar para hacer política". Con estas palabras el ministro argelino de Asuntos Religiosos, Buabdalá Ghlamallá, anunció a principios de semana que estaba en preparación una ley que prohibiría a los imanes afiliarse a un partido o presentarse a las elecciones.

Cuando, sin embargo, el Gobierno necesita a los imanes, todos ellos funcionarios, para difundir un mensaje no duda en utilizarlos. Echó mano de ellos, por ejemplo, para disuadir a los jóvenes argelinos de que emigrasen clandestinamente a Europa porque ponían en riesgo su vida, algo contrario al islam.

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La ley en preparación es la última de una batería de medidas adoptadas por el régimen para tratar de impedir que la conotación religiosa de partidos y candidatos atraiga el voto.

El Ministerio del Interior ha prohibido a la principal formación islamista de oposición, El Islah (38 de los 389 escaños), concurrir a las elecciones so pretexto de que incumple la ley al no haber celebrado un congreso. Su líder, Abdalá Djabalá, ni siquiera puede convocarlo ahora porque Interior ya no le reconoce la autoridad para hacerlo. "La decisión de impedirnos participar en las legislativas es política porque ninguna ley la justifica", repite Djabalá cada vez que tiene la oportunidad. Sin llegar tan lejos algunos diarios argelinos se sorprenden de ver hasta qué punto el Gobierno se inmiscuye en la vida interna de los partidos.

La Carta para la Paz y la Reconciliación promovida con la que el presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, que intenta pasar página a la guerra civil, ha propiciado el regreso de exiliados miembros del FIS o la excarcelación de otros.

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"Volveremos con fuerza", anunció Madani Mezrag, que fue jefe de la rama armada del FIS en los noventa. Su vaticinio no se cumplirá. Interior les ha vetado. Argumenta que un decreto presidencial de 2006 "prohíbe el ejercicio de cualquier actividad política a personas responsables de instrumentalizar la religión" provocando así "la tragedia nacional", como se llama púdicamente a la guerra civil.

Sólo subsistirá el Movimiento de la Reforma Nacional, un pequeño partido islamista descafeinado que además forma parte de la coalición que apoya a Buteflika.

Islamistas argelinos recogen comida para las víctimas del seísmo de 2003.AFP

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