Reportaje:El final de la vida

Despedida con "tristeza y alegría"

Los amigos de Echevarría la recordaron ayer con un responso religioso y una ceremonia íntima, tal y como ella dejó previsto

"Para mi es una grandísima tristeza y una grandísima alegría". El mejor amigo de Inmaculada Echevarría, Federico Olóriz, resumía ayer así los sentimientos opuestos que ha generado el desenlace en las personas que más cerca han estado de ella en los últimos años. A ninguno le gustó la idea cuando la enferma decidió solicitar ayuda a la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), pero todos han acabado apoyándole. Y a media tarde de ayer se reunieron en el cementerio de Granada para recordarle con un breve responso religioso y una "pequeña ceremonia en la más absoluta intimidad".

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"Para mi es una grandísima tristeza y una grandísima alegría". El mejor amigo de Inmaculada Echevarría, Federico Olóriz, resumía ayer así los sentimientos opuestos que ha generado el desenlace en las personas que más cerca han estado de ella en los últimos años. A ninguno le gustó la idea cuando la enferma decidió solicitar ayuda a la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), pero todos han acabado apoyándole. Y a media tarde de ayer se reunieron en el cementerio de Granada para recordarle con un breve responso religioso y una "pequeña ceremonia en la más absoluta intimidad".

El cuerpo de Echevarría será incinerado hoy, pero los responsables del tanatorio granadino accedieron a que el acto más íntimo se celebrara ayer. Ella lo había dejado todo previsto. Hasta las personas "casi con nombre y apellidos" que quería que estuvieran presentes en ese último adiós. Fueron apenas una veintena, entre amigos, voluntarios que le hacían compañía en el hospital y algunos profesionales del centro médico. Echevarría también designó a un sacerdote amigo para que oficiara el responso. "No quería ningún tipo de acto público y pidió que se le respetara a ella y a los que han estado a su lado durante muchísimos años", señaló Olóriz, que se ha encargado de los trámites burocráticos y de que la despedida fuera un calco de la que ella pidió.

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Olóriz ejerció ayer de portavoz de los allegados de Echevarría porque era su mejor amigo. Ella misma le describía como su "gran tesoro" por el apoyo que le ofrecía desde hace más de 15 años. También le acompañó el pasado mes de octubre en su única comparecencia pública, una rueda de prensa en la que la enferma, nerviosa pero sin vacilar, expresó sus intenciones. Olóriz estaba allí, cogiéndole de la mano, y no dudó en advertir de que él no compartía los deseos Echevarría, pero que le apoyaría. Ayer, a las puertas del cementerio, se le volvían a cruzar las emociones. "Ella ha conseguido lo que quería y por lo que lleva luchando muchos años. Pero los demás perdemos a una amiga. A una amiga que desde el sitio en el que estaba ayudaba mucho más de lo que se imaginaba".

"Lo que se ha conseguido es cumplir con el deseo de Inmaculada, en todos sus extremos", añadió Olóriz, quien expresó también su "grandísimo" agradecimiento a la orden de San Juan de Dios, a la que pertenecía el hospital en el que Echevarría vivió los últimos diez años, a los médicos y a la asociación DMD. Algunas de las personas que más cerca han estado de Echevarría en su última etapa le visitaron también la tarde antes de morir, la que pasó en el Hospital de San Juan de Dios después de que los religiosos que gestionan el centro San Rafael, en el que estaba ingresada hasta entonces, solicitaran su cambio de hospital. El equipo médico que atendía a la enferma desde hace años se trasladó con ella para asistirle hasta el final. En el momento de desconectar el respirador, según contaron ayer personas cercanas al centro, Echevarría estuvo acompañada por tres médicos, un ATS y un celador del San Rafael.

Ante el interés que ha generado la noticia, el mejor amigo de Echevarría agradeció también ayer "la preocupación, el apoyo y el esfuerzo" de los medios de comunicación, pero pidió que todo acabe aquí. "Pido respeto, por favor. Para Inma y para todas las personas que han hecho a su lado el camino que ella ha escogido".

El día estuvo marcado por la confusión hasta que Olóriz se decidió a hablar en público pocos minutos después de que acabara la ceremonia que los amigos le brindaron a la fallecida. Durante la mañana, la sala en la que yacía el cuerpo de Echevarría era la única del tanatorio que permaneció cerrada pese a estar ocupada. En los alrededores se congregaron más periodistas que amigos, aunque algunos allegados sí que acudieron con la intención de velar el cuerpo de la fallecida y tuvieron que marcharse sin conseguirlo.

La sala estaba cerrada con llave, su puerta era la única que no tenía un cartel con el nombre de la fallecida y los responsables del tanatorio se limitaban a explicar que una persona cercana a Echevarría había pedido el cierre de la habitación y que no se diera ningún dato sobre la ceremonia prevista.

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