Tribuna:

Zapatero no creó un nuevo GAL

El presidente Zapatero pidió la aprobación del Congreso de una resolución para iniciar contactos con ETA, conducentes al fin dialogado del terrorismo. No era una opción caprichosa. Estaba basada en el Pacto de Ajuria Enea firmado, el 12 de enero de 1988, por todas las fuerzas políticas democráticas. En su punto 10, el citado pacto proclama que "si se producen las condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia, fundamentadas en una clara voluntad de poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción, apoyamos procesos de diálogo entre los poderes...

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El presidente Zapatero pidió la aprobación del Congreso de una resolución para iniciar contactos con ETA, conducentes al fin dialogado del terrorismo. No era una opción caprichosa. Estaba basada en el Pacto de Ajuria Enea firmado, el 12 de enero de 1988, por todas las fuerzas políticas democráticas. En su punto 10, el citado pacto proclama que "si se producen las condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia, fundamentadas en una clara voluntad de poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción, apoyamos procesos de diálogo entre los poderes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia, respetando en todo momento el principio democrático irrenunciable de que las cuestiones políticas deberán resolverse únicamente a través de los representantes legítimos de la voluntad popular". El Congreso de los Diputados aprobó la resolución presentada por Zapatero, el 17 de mayo de 2005, con los votos de todos los grupos parlamentarios excepto el PP.

Desde el primer momento, la derecha comenzó a lanzar sus ataques contra Zapatero. Para Mariano Rajoy, la citada resolución suponía "una mano tendida a los terroristas", y denunció que era "una de las cosas más graves que han pasado en España en los últimos años al suponer la rendición del Parlamento" (¡!). Rajoy, Acebes y Zaplana han acusado al presidente de "traicionar a los muertos", de "haberse arrodillado ante ETA", de haber cedido a su pretensión de incorporar Navarra al País Vasco, de concederle la autodeterminación... Todo mentira, como se ha visto. Ni siquiera llegó al acercamiento de los presos a las cárceles vascas.

El 2 de octubre de 1988, Aznar anunció solemnemente que estaba dispuesto a poner en marcha un "proceso de paz" -la misma denominación que Zapatero- si ETA abandonaba las armas. Y basaba, también, su acción en el Pacto de Ajuria Enea. Aznar prometía, en una primera fase, "el acercamiento de los presos a las cárceles vascas, la concesión de terceros grados y, finalmente, ¡indultos!". Días después se reafirmaba en su propuesta declarando estar dispuesto "al perdón y la generosidad". Nadie acusó a Aznar de "tender una mano a los terroristas" ni de "traicionar a los muertos". Bien al contrario: el diario El Mundo saludaba la decisión con un editorial titulado, Otro valiente paso de Aznar hacia la paz. Se habla de "paz", de iniciar un "proceso de paz". Son las expresiones que utilizaba Aznar. A Zapatero, por utilizar las mismas palabras lo ponen en la picota, lo insultan, le llaman de todo. Lo del actual presidente es una "cobarde claudicación ante ETA". Lo de Aznar era "un valiente paso hacia la paz".

Antes de estos dos intentos, el de Aznar y el de Zapatero, fue González quien decidió acabar con ETA mediante la creación del GAL. Una medida que contó con el respaldo de la derecha mediática y política. En un editorial de Diario 16 del 23-3-81, dirigido por Pedro J. Ramírez, se decía lo siguiente: "La muerte de ETA es nuestra vida. No hay derechos humanos en juego a la hora de cazar el tigre. Al tigre se le busca, se le acecha, se le acosa, se le coge y, si hace falta, se le mata. Podrán caer cincuenta etarras en combate y las manos de España quedarán limpias de sangre humana. A los policías que disparen contra ellos se les recibirá como valientes...". Y el 23-10-83, en otro editorial: "A Barrionuevo [entonces ministro del Interior] no había que cesarle por estar consintiendo acciones irregulares en el sur de Francia, sino por cosechar tan pocos éxitos el GAL, a pesar de la buena voluntad con que ejerce el cargo. ¿Existe alguna fuerza política o social de cierta relevancia dispuesta a reclamar la cabeza de González por ésta circunstancia? Desde luego que no".

Los periodistas que estábamos en el Congreso, pudimos ver cómo diputados de la derecha se acercaban a Barrionuevo para felicitarle, con sigilo, por el éxito de alguna actuación del GAL. Esto molestaba a Jiménez Losantos quien escribía en Diario 16 del 18-1-84: "Ahora mismo estamos asistiendo a uno de esos ejercicios de fariseísmo masivo. Resulta que en privado todo el mundo alaba al GAL, pero en periódicos y tal, lo que se dice ni una carta al director...". A lo mejor, esta gente hubiese preferido que Zapatero fundase un nuevo GAL. ¡Vaya usted a saber! Alabaron y aplaudieron tanto al de Felipe González...

fburguera@inves.es

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