Editorial:

El 'estirón' de Chávez

Se sabía que la holgadísima victoria de Hugo Chávez en las presidenciales del 3 de diciembre era un primer paso, conveniente si no imprescindible, para que el líder venezolano iniciara una nueva etapa en lo que llama tránsito al "socialismo del siglo XXI", y que el antichavismo más bien identifica como deriva autoritaria del régimen. Los últimos nombramientos y remociones en el poder en Caracas parecen apuntar a que, sea lo uno o lo otro, esa fase ya ha comenzado.

Se van, de momento, el vicepresidente José Vicente Rangel, la más convincente de las caras legalistas y reflexivas del Gobie...

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Se sabía que la holgadísima victoria de Hugo Chávez en las presidenciales del 3 de diciembre era un primer paso, conveniente si no imprescindible, para que el líder venezolano iniciara una nueva etapa en lo que llama tránsito al "socialismo del siglo XXI", y que el antichavismo más bien identifica como deriva autoritaria del régimen. Los últimos nombramientos y remociones en el poder en Caracas parecen apuntar a que, sea lo uno o lo otro, esa fase ya ha comenzado.

Se van, de momento, el vicepresidente José Vicente Rangel, la más convincente de las caras legalistas y reflexivas del Gobierno; el ministro del Interior, Jesse Chacón, y Nelson Merentes, que deja el Ministerio de Finanzas. A Rangel le sucede Jorge Rodríguez, que fue director de la Comisión Nacional Electoral e íntimo de Chávez. Chacón, a quien reemplaza otro chavista de la primera hora, Pedro Carreño, había visto arruinada su reputación por los recientes enfrentamientos en las cárceles, con docenas de muertos.

Lo significativo es, sin embargo, que el propio Chávez haya fijado como objetivo del reajuste el desarrollo del socialismo. Como ello coincide con la intención de unificar los diversos partidos chavistas, y con que en los próximos meses la Asamblea aprobará -no hay diputados de oposición, porque en su día ésta boicoteó las urnas- una reforma constitucional que permita la reelección presidencial indefinida, hay que concluir que el chavismo cierra filas sin tiempo ni humor para personalidades más o menos independientes o ineficaces.

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La condena o el respeto a la actuación del ex teniente coronel dependerá ahora de qué es lo que signifique eso de desarrollar el socialismo. El líder moral de la oposición, Teodoro Petkoff, cree que Chávez ya podría comportarse hoy como un dictador sin salirse de la legalidad, pero no lo hace porque no quiere que el mundo compare a Venezuela con la Cuba de Castro.

El hecho de que el pluralismo pueda depender del antojo de una persona es ya muy grave; pero si en esa profundización revolucionaria, Chávez se consiente todo aquello de lo que hasta ahora se había abstenido en materia de ordeno y mando, Venezuela no irá hacia el socialismo, sino a un populismo ultra, por muy social que diga ser. No parece que Chávez pretenda acabar de momento con la libertad de expresión. Pero, más que nunca, el país necesita una oposición activa y libre para atajar democráticamente toda deriva hacia la dictadura.

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