Segunda generación de una empresa familiar

Emprendedor y discreto. Poco ostentoso. Los calificativos que con tanta frecuencia se atribuyen a los empresarios catalanes también corrían ayer de boca en boca entre los conocidos de Joan Alsina. Pero también destacaban su trato afable, su actitud servicial. "Joan era de aquellos empresarios que han creado la Cataluña de hoy, pero también un tipo sencillo, aún del pueblo, algún trabajador podía tener mejor coche que él", explicó ayer el empresario de la construcción Joan Santaeulària, que trató al fallecido durante años.

Hace sólo dos semanas, Alsina le llamó porque se había enterado d...

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Emprendedor y discreto. Poco ostentoso. Los calificativos que con tanta frecuencia se atribuyen a los empresarios catalanes también corrían ayer de boca en boca entre los conocidos de Joan Alsina. Pero también destacaban su trato afable, su actitud servicial. "Joan era de aquellos empresarios que han creado la Cataluña de hoy, pero también un tipo sencillo, aún del pueblo, algún trabajador podía tener mejor coche que él", explicó ayer el empresario de la construcción Joan Santaeulària, que trató al fallecido durante años.

Hace sólo dos semanas, Alsina le llamó porque se había enterado de que la Fundación Laboral de la Construcción de Cataluña preparaba unos cursos de prevención de riesgos laborales para los trabajadores del ramo. "Nos ofreció material de seguridad para el programa. Siempre era él quien se ofrecía a colaborar con todo antes de que nadie se lo pidiera", recordó Santaeulària.

Joan Alsina, de 51 años, pilotaba junto a sus hermanos Jaume y Josep Encofrados Alsina, una de las principales compañías españolas dedicadas a la construcción de encofrados (el molde en el que se vacía el hormigón hasta que fragua), fundada por su padre hace más de 50 años. La segunda generación de la familia, formada por seis hermanos, ha sido la encargada de ampliar la empresa y abrir filiales en Estados Unidos, Chile, Portugal e Italia y crear una pequeña multinacional. Hoy cuenta con más de 200 empleados y una cifra de ventas de 78 millones en 2005.

La empresa recibió en 2001 la placa Francesc Macià -una de las más altas distinciones de la Generalitat- al mérito laboral y el primer premio europeo de seguridad en la construcción por el Consejo General de Arquitectura Técnica de España por un sistema preventivo de caídas.

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