Un elemento que se elimina a través de la orina y la sangre

La sustancia con la que fue envenenado el ex espía ruso Alexander Litvinenko, el polonio 210, es un isótopo radiactivo con una semivida de 138 días. Esto significa que cada 138 días se desintegra la mitad de la partícula, por lo que "deja huella durante bastante tiempo", según Luis Oro, catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Zaragoza. Por eso es posible que algunos de los rastros de radiactividad hallados en varios edificios en los que estuvo Litvinenko fueran dejados por la propia víctima, una vez ingerido o inhalado el polonio, a través de la orina o las heces. Otra opción es...

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La sustancia con la que fue envenenado el ex espía ruso Alexander Litvinenko, el polonio 210, es un isótopo radiactivo con una semivida de 138 días. Esto significa que cada 138 días se desintegra la mitad de la partícula, por lo que "deja huella durante bastante tiempo", según Luis Oro, catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Zaragoza. Por eso es posible que algunos de los rastros de radiactividad hallados en varios edificios en los que estuvo Litvinenko fueran dejados por la propia víctima, una vez ingerido o inhalado el polonio, a través de la orina o las heces. Otra opción es que los que envenenaran al ex agente del KGB no lo llevaran perfectamente aislado durante su transporte, por ejemplo mediante plomo, explica Oro.

El polonio 210 es un elemento altamente tóxico y radiactivo, aunque está presente en cantidades ínfimas en la naturaleza. Un miligramo de polonio 210 emite partículas alfa equivalentes a cinco gramos de radio. Estas partículas alfa son dañinas sólo cuando entran dentro del cuerpo, al contrario de las gamma (las de los rayos X), que lo son desde fuera. Por tanto, lo más probable es que Litvinenko ingiriera o inhalara la sustancia, aunque también se puede introducir por una inyección o una herida.

Se calcula que entre el 50% y el 90% del polonio ingerido se excreta en un tiempo breve, mientras que el resto pasa a la corriente sanguínea, para concentrarse en los tejidos del bazo, los riñones, el hígado y la médula espinal. Todos tenemos, aunque en cantidades insignificantes, polonio 210 en nuestro interior, ya que está presente en las plantas y el tabaco, a través de los fertilizantes fosfatados, ricos en uranio 238, que al desintegrarse da origen al isótopo. También abunda el uranio en los suelos graníticos.

"Secuestrante"

Sin embargo, para causar la muerte de Litvinenko, la cantidad tuvo que ser mucho mayor, aunque en este caso hablamos sólo de miligramos. Según Oro, si se hubiera detectado muy al inicio del envenenamiento, se hubiera podido administrar otro elemento químico, un "secuestrante", que hubiera podido retener el polonio, que luego se excretaría. La sustancia se detecta en la orina, pero al ser muy escasa, y no existir antecedentes de su uso como veneno, los médicos no pudieron identificarlo a tiempo para tratar a Litvinenko.

Para obtener la cantidad y concentración necesarias para causar la muerte de Litvinenko, ha sido necesario producirlo artificialmente en un laboratorio muy sofisticado, con un reactor nuclear, según la mayoría de los expertos. Tiene varios usos, como eliminar la electricidad estática en maquinaria, limpiar película fotográfica o como fuente de calor para los satélites.

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