El mito de Prisciliano revive en un congreso en Santiago

El dilema hereje o mártir centra el debate entre historiadores, escritores y teólogos

"En realidad, Prisciliano no fue ajusticiado por hereje religioso, sino por rebelde", escribió el intelectual Ramón Otero Pedrayo, patriarca de la Xeración Nós. Sin embargo, el eco popular de su nombre procede de la hipótesis, que defiende el escritor Ramón Chao, de su enterramiento en la catedral de Santiago de Compostela en lugar del Apóstol. Un simposio analiza en Santiago por primera vez la figura del hereje de Iria Flavia.

Agitador social o heresiarca de la cristianización en la Gallaecia, la figura del obispo de Ávila, nacido en Iria Flavia, concello de Padrón, en torno al 340 y d...

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"En realidad, Prisciliano no fue ajusticiado por hereje religioso, sino por rebelde", escribió el intelectual Ramón Otero Pedrayo, patriarca de la Xeración Nós. Sin embargo, el eco popular de su nombre procede de la hipótesis, que defiende el escritor Ramón Chao, de su enterramiento en la catedral de Santiago de Compostela en lugar del Apóstol. Un simposio analiza en Santiago por primera vez la figura del hereje de Iria Flavia.

Agitador social o heresiarca de la cristianización en la Gallaecia, la figura del obispo de Ávila, nacido en Iria Flavia, concello de Padrón, en torno al 340 y decapitado en Tréveris (Alemania) 45 años después, sigue provocando teorías opuestas.

Durante tres días, el mito del priscilianismo centra las miradas de historiadores, teólogos, escritores o arqueólogos, convocados en Santiago por la asociación cultural O Galo. En la conferencia inaugural de las jornadas, el ensayista Xosé Chao Rego recuerda la extraordinaria difusión de la teoría del sepulcro catedralicio. Para ello, se agarra a Miguel de Unamuno: "Unamuno escribió que no había católico que no supiese que en la catedral de Compostela está enterrado Prisciliano y no el Apóstol". Prisciliano se convirtió, tras la persecución del emperador Máximo, en el primer mártir de la iglesia católica. "La iglesia pasó de ser martirizada a provocar mártires y eso fue lo terrible", explica Chao Rego.

La variante en el fondo casi folclórica de la historia de Prisciliano la expone convencidamente Ramón Chao. Autor de una novela sobre el asunto, Prisciliano de Compostela, Chao se declara ateo pero "preocupado por la verdad histórica". "Que utilicen el carbono 14, como con la sábana santa de Turín", pide. Porque ya en el siglo IV el historiador Sulpicio Severo contaba que el cadáver sin cabeza de Prisciliano viajó de Tréveris a "un lugar de Hispania". "Lutero decía que en la catedral están los restos de un perro", continúa, "pero lo que está demostrado científicamente es que Santiago fue descuartizado en el año 44 en Jerusalén".

La visión sociopolítica de la vida de Prisciliano, y de la doctrina que originó, parece atraer, con todo, las lentes de los expertos priscilianos contemporáneos. Para Victorino Pérez Prieto, doctor en teología, "reducir a Prisciliano a un simple hereje es falso; reflejó un concepto de Iglesia más pegado al suelo". Los cimientos científicos sobre los que se asienta la historia de Prisciliano resultan exiguos. "Y aun así", opina Pérez Prieto, "la visión mítica de Prisciliano tiene un valor imprescindible e irrenunciable, y es legítima". La conciencia de los pueblos también se construye a través de los mitos y de eso sabía la generación romántica gallega que inició el proceso de recuperación de Prisciliano. Manuel Murguía o Antonio López Ferreiro se encargaron, en el siglo XIX, de rescatar la memoria oculta del que Castelao llamara el "heresiarca decapitado".

La organización del congreso prisciliano leyó una declaración en la que consideran el priscilianismo "uno de los movimientos sociopolíticos más importantes de Galicia". El directivo de O Galo, Manuel Vázquez, destaca el hecho de que Prisciliano fuese perseguido por el propio emperador. El priscilianismo se desarrolló mayormente durante la época sueva, cuando la persecución papista se redujo. Para el historiador Anselmo López Carreira, la corriente priscilianista sobrevivió relegada a prácticas campesinas como el vegetarianismo o las ceremonias mágicas.

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