Editorial:

Crecimiento sin límite

La economía española lleva casi ocho años de indesmayable prosperidad, caracterizada en sus fundamentos por un crecimiento muy por encima de la media europea y fuertes tasas de creación de empleo. Las cuentas del tercer trimestre han confirmado esta evolución. En términos de Contabilidad Nacional, el PIB aumentó el 3,8%, por encima incluso de las expectativas de Pedro Solbes. Compárese este crecimiento con el 2,8% que ha registrado la zona euro y se tendrá un contraste aproximado de expectativa y confianza. Pero resulta que, por añadidura, este crecimiento se conjuga, al menos en los últimos m...

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La economía española lleva casi ocho años de indesmayable prosperidad, caracterizada en sus fundamentos por un crecimiento muy por encima de la media europea y fuertes tasas de creación de empleo. Las cuentas del tercer trimestre han confirmado esta evolución. En términos de Contabilidad Nacional, el PIB aumentó el 3,8%, por encima incluso de las expectativas de Pedro Solbes. Compárese este crecimiento con el 2,8% que ha registrado la zona euro y se tendrá un contraste aproximado de expectativa y confianza. Pero resulta que, por añadidura, este crecimiento se conjuga, al menos en los últimos meses, con un descenso notable de la inflación, un persistente impuesto indeseable para las rentas de todos los españoles que hace que la economía pierda competitividad a chorros. Pues bien, el IPC de octubre subió cuatro décimas, pero deja la tasa de inflación en el 2,5%, la más baja desde marzo de 2004.

El crecimiento económico entre julio y septiembre presenta algunas características que parecen confirmar tendencias diferentes. La demanda interna creció a una tasa del 4,8%, más o menos la misma que en trimestres anteriores. Ahora bien, el consumo doméstico empieza a desacelerarse, según algunos servicios de estudios, y la situación del sector exterior sigue mejorando en términos relativos, puesto que en el tercer trimestre del año sólo restó un punto al crecimiento total, una décima menos que en el segundo trimestre. Los primeros análisis consideran que se trata de una desaceleración de las importaciones; pero, en todo caso, se mantiene la incipiente tendencia a restar peso a la construcción y al consumo en la formación del PIB y aumentar poco a poco la aportación del sector exterior y de los productos y servicios con más valor añadido. Al fin y al cabo, el proyecto económico de este Gobierno era cambiar el patrón de crecimiento.

No conviene entusiasmarse demasiado todavía en la realidad de ese cambio. Debe confirmarse que el tiempo y gran parte de su éxito dependerá de factores que nada tienen que ver con las decisiones económicas que se adopten en España. El coste del dinero es una de ellas; el precio del petróleo, otra. Precisamente son dos de los factores de gran influencia sobre los precios que se han desacelerado de forma espectacular en octubre. Bien puede decirse que el abaratamiento del petróleo está compensando hoy la inflación que causó a finales de 2005. No obstante, en el descenso de los precios de octubre no todo es crudo; también hay que anotar una moderación reducida de los precios de los servicios. Desde abril, cuando la inflación de los servicios estaba en el 4,1%, se ha registrado una disminución paulatina hasta el 3,7% actual. Ésta también es una tendencia alentadora.

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