Crítica:

La Cruzada y su precio

Desde hace años, cuando era un joven discípulo de Manuel Tuñón de Lara, Alberto Reig Tapia viene entregándose a la tarea de deshacer errores comunes y poner en tela de juicio los mitos reaccionarios que afectan a las imágenes de la Segunda República y del franquismo. En esta ocasión, La Cruzada de 1936 reúne una serie de estudios en torno a la que fue, en palabras del autor, "la más profunda fractura nacional de nuestra historia", con el propósito de aplicar el análisis histórico a la consolidación de una memoria democrática de la guerra. De ahí que el capítulo central consista en cuest...

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Desde hace años, cuando era un joven discípulo de Manuel Tuñón de Lara, Alberto Reig Tapia viene entregándose a la tarea de deshacer errores comunes y poner en tela de juicio los mitos reaccionarios que afectan a las imágenes de la Segunda República y del franquismo. En esta ocasión, La Cruzada de 1936 reúne una serie de estudios en torno a la que fue, en palabras del autor, "la más profunda fractura nacional de nuestra historia", con el propósito de aplicar el análisis histórico a la consolidación de una memoria democrática de la guerra. De ahí que el capítulo central consista en cuestionar la tesis de la inevitabilidad de la guerra, vigente hasta hoy mismo, y no sólo en la bibliografía reaccionaria, como prueba el conocido libro de Bartolomé Bennassar. En la interpretación de Alberto Reig Tapia, el levantamiento militar respondió a un propósito ya antes manifestado de interrupción de la democracia y de aniquilamiento de quienes la encarnaban a título personal. "La guerra fue perfectamente evitable", concluye.

LA CRUZADA DE 1936

Alberto Reig Tapia

Alianza. Madrid, 2006

428 páginas. 20 euros

POR MINISTERIO DE LA LEY Y VOLUNTAD DEL CAUDILLO

Manuel Álvaro Dueñas

CEPC. Madrid, 2006

317 páginas. 21,15 euros

Cada capítulo del libro es una pequeña monografía. El relativo a la memoria de la guerra proporciona una notable información, en especial sobre la filmografía del conflicto o sus consecuencias, con el defecto de no ahondar en obras particularmente significativas, de La caza, de Carlos Saura, a Tierra y libertad, de Ken Loach, o Libertarias, de Vicente Aranda. Más granados son otros estudios, los referidos a los mitos del 18 de julio, y específicamente aquellos que arrojan luz sobre mitos de la sangre, la matanza de Badajoz y la leyenda del Alcázar de Toledo. El trabajo sobre el último Unamuno esclarece hasta el detalle un tema ya conocido, por lo que resulta de mayor importancia la contribución relativa a José María Pemán en su calidad de intelectual orgánico del régimen. A mi juicio, la contribución más valiosa de un libro muy útil.

La Cruzada tuvo un enor

me precio pagado por los españoles. Reig Tapia pone al descubierto la lógica de exterminio que la inspira. Su aplicación posterior va alcanzando ya un notable volumen bibliográfico. Entre las más recientes aportaciones, vale la pena destacar la de Manuel Álvaro Dueñas, de título barroco e ininteligible, pero con un contenido bien preciso: el análisis de la depuración de responsabilidades políticas entre 1939 y 1945. Lo publica el Centro de Estudios Constitucionales. Un análisis minucioso de las fuentes de archivo permite al autor medir no sólo el alcance -y los niveles de ineficacia- de la citada jurisdicción especial, sino las pugnas políticas que la rodean, por ejemplo entre falangistas y militares.

En apariencia, no fue una jurisdicción muy dura, ya que la mayoría de expedientes fueron sobreseídos, pero hay que tener en cuenta que las formas dominantes de represión eran otras y que en cualquier caso, más allá de lo ocurrido en la guerra, el Gobierno de Franco cifraba en un cuarto de millón el número de personas con responsabilidades políticas. Como hace notar en su libro Alberto Reig Tapia, al lado de Franco, Pinochet fue un aprendiz.

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