Editorial:

El avión de los líos

Ni el grupo aeronáutico europeo EADS ni su proyecto estrella, el Airbus A-380, el gigante de los cielos que será capaz de transportar, según versiones, entre 550 y 800 pasajeros, terminan de levantar cabeza. La compañía anunció un nuevo retraso, todavía indeterminado, en la entrega de las primeras unidades del aparato, de forma que en 2007 en lugar de los nueve aviones previstos quizá sólo entreguen cuatro. Un fracaso de Airbus y también de la industria aeronáutica europea que las compañías aéreas afectadas no parecen dispuestas a asumir. Emirates, la línea aérea de Dubai, ha sugerido la posib...

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Ni el grupo aeronáutico europeo EADS ni su proyecto estrella, el Airbus A-380, el gigante de los cielos que será capaz de transportar, según versiones, entre 550 y 800 pasajeros, terminan de levantar cabeza. La compañía anunció un nuevo retraso, todavía indeterminado, en la entrega de las primeras unidades del aparato, de forma que en 2007 en lugar de los nueve aviones previstos quizá sólo entreguen cuatro. Un fracaso de Airbus y también de la industria aeronáutica europea que las compañías aéreas afectadas no parecen dispuestas a asumir. Emirates, la línea aérea de Dubai, ha sugerido la posibilidad de cancelar el contrato de 45 aviones, equivalente a 10.600 millones de euros, una decisión que, de confirmarse, pondría en grave riesgo la viabilidad económica del proyecto.

Las malas noticias se juntan con las no menos inquietantes que llegan desde Moscú. Rusia ha comprado en el mercado algo más del 5% de EADS y quiere aumentar su participación accionarial para entrar en el consejo de la empresa. Las garantías de Putin en París, el pasado sábado, ante Chirac y Merkel, en el sentido de que su país no pretende alterar la estructura del consorcio aeroespacial, deben ser tomadas con cautela.

España, que participa en el consorcio con un 5,47% del capital, tiene la oportunidad ahora de acrecentar su participación -siempre de acuerdo con los socios franceses y alemanes- por razones tan inmediatas como el precio de las acciones en el mercado y tan de fondo como la necesidad de las empresas españolas de afianzar sus posiciones tecnológicas con la parte que le toca en la construcción del Airbus. El aumento deseable de la participación y el reconocimiento derivado de que la representación española debe tener un peso mayor en las decisiones del grupo no debería ser contradictorio con una renovación en profundidad de la gestión de EADS y Airbus, para resolver el problema de la crisis permanente de producción. La compañía ya anunció retrasos en las entregas el pasado mes de julio y la cotización en Bolsa cayó el 26%. Los cambios en la dirección del grupo no han corregido los problemas de producción, como se desprende del anuncio de nuevas demoras.

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El grupo funciona con dos copresidencias -el alemán Bischoff y el francés Lagardère- y dos consejeros delegados, así que la cadena de decisiones soporta un déficit notable de agilidad. El reparto voluntarista del poder según cuotas nacionales no suele ser una buena opción para competir en el mercado. La única solución es abandonar la disparatada maraña de mando e imponer una gestión única y profesional. Sorprende que Chirac y Merkel no percibieran la naturaleza del problema en la crisis de julio que acabó con la dimisión de Noël Forgeard; pero que no tomaran las decisiones correctas ahora sería fatal para EADS.

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