Reportaje:

El empleo sólo duró cuatro horas

Un albañil colombiano sin contrato muere en Loeches en el primer día de trabajo

A Julián Alberto Pérez Cárdenas, de 30 años, su nuevo empleo sólo le duró algo más de cuatro horas. Este colombiano murió aplastado la mañana del pasado martes cuando iniciaba su trabajo como peón de albañil. Un techo se le vino encima y lo mató en el acto mientras iniciaba la reforma de una nave industrial en Loeches. El caso de Julián Alberto es el típico de un empleo a un inmigrante sin papeles, en el que no hay contrato laboral, sin las mínimas condiciones de seguridad y con una precariedad total. Sus familiares y amigos lloraban ayer la pérdida en el tanatorio Sur de la capital....

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A Julián Alberto Pérez Cárdenas, de 30 años, su nuevo empleo sólo le duró algo más de cuatro horas. Este colombiano murió aplastado la mañana del pasado martes cuando iniciaba su trabajo como peón de albañil. Un techo se le vino encima y lo mató en el acto mientras iniciaba la reforma de una nave industrial en Loeches. El caso de Julián Alberto es el típico de un empleo a un inmigrante sin papeles, en el que no hay contrato laboral, sin las mínimas condiciones de seguridad y con una precariedad total. Sus familiares y amigos lloraban ayer la pérdida en el tanatorio Sur de la capital.

Julián Alberto llegó a España hace siete años. Durante ese tiempo estuvo ganándose la vida haciendo chapuzas y trabajos temporales porque no tenía papeles. Alto, muy moreno y de complexión fuerte, consiguió el empleo de peón de albañil a través de la madre de su novia. María Cenides Vargas regenta un bar en el número 249 de la calle de Camarena, en el barrio de Aluche. Allí llegó un cliente habitual y le dijo que estaba buscando a dos peones y dos oficiales para trabajar durante todo el verano.

"Aquí en España estaba solo. No tenía a nadie más que a su novia", dice un amigo

La mujer no lo dudó y le dijo que su yerno estaría dispuesto a trabajar todo el estío. "No sé lo que acordaron de sueldo ni nada similar. De lo que nos hemos enterado ahora es de que no tenía ni contrato", comenta con voz lastimera María Cenides. "Le llamé por teléfono el lunes por la noche [el día antes del mortal accidente] y me dijo que estaba muy contento, pese a que tenía que madrugar. Le hacía mucha ilusión tener un empleo serio y más o menos estable", añade.

Julián Alberto fue, junto con un compatriota el martes por la mañana, a una nave del polígono industrial El Caballo, a las afueras de Loeches (4.000 habitantes). El objetivo era empezar la reforma del local alrededor de las ocho. Hasta la semana pasada era utilizado como aparcamiento de coches de un taller mecánico del polígono. Su dueño lo vendió y fue adquirido por un empresario que deseaba poner un negocio de muebles. Antes de reabrir, la nave necesitaba un fuerte lavado de cara.

Los trabajadores tenían que desmontar una techumbre del interior de la nave. Lo que no sabía el fallecido es que el tejado sólo estaba apoyado a la pared de la nave. Por eso, en cuanto tocaron este muro se vino abajo y aplastó a Julián Alberto. Eran las 12.40.

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"De repente salió corriendo a la calle su compañero. Gritaba pidiendo auxilio y que le ayudáramos a rescatar a su compañero", recuerda el empleado de una nave cercana.

Muchos empleados de los locales contiguos acudieron raudos a ver qué ocurría y se encontraron con "un panorama dantesco". Intentaron levantar el muro con las manos. Imposible. Después con barras haciendo palanca. Tampoco dio resultado. Un trabajador de un taller cercano cogió los tres gatos hidráulicos que tenía en la nave y comenzaron a levantar el muro poco a poco. Era excesivamente pesado. Al ver este panorama, otros trabajadores fueron a por dos toros mecánicos con los que levantaron la techumbre. "Nunca se me olvidará todo lo que vi. Estaba completamente aplastado. No se movía ni respiraba. Seguro que lo mató el fuerte golpe que recibió", rememoraba ayer un trabajador del polígono El Caballo. "Jamás en la vida se me olvidará esa imagen tan fuerte. Si al menos hubiéramos podido sacarle con algo de vida...", añade, sin poder terminar la frase.

Al lugar acudieron bomberos de la Comunidad de Madrid, que extrajeron el cuerpo. Un médico del Summa sólo pudo certificar la muerte. La víctima, que iba sin documentación, tuvo que ser identificado por su compañera sentimental.

Se da la coincidencia de que uno de los bomberos que intervinieron es hermano de un trabajador de una nave muy cercana al lugar del accidente. La incertidumbre y el temor a que fuera su familiar presidieron todo el viaje hasta el polígono industrial. Al final comprobó que la víctima era Julián Alberto.

Al lugar acudieron agentes de la Policía Judicial del cuartel de la Guardia Civil de Arganda del Rey, que se encargan de las investigaciones. El secretario de Salud Laboral de CC OO, Carmelo Plaza, denunció que el autónomo al que encargaron la reforma no tenían licencia municipal de obra. Es más, desconocía hasta los apellidos de su trabajador fallecido. "Una vez más concurren en un accidente mortal las circunstancias de juventud, precariedad y trabajador inmigrante, el colectivo más afectado en la siniestralidad".

Y los familiares de Julián Alberto lo ratificaron ayer en el tanatorio Sur. Completamente deshechos por la muerte, se quejaron de que no tenía el mínimo seguro y de que se habían aprovechado de su condición de inmigrante sin papeles. "Como esto no lo solucione su patrón en breve, estamos dispuestos a llegar hasta el final. Le denunciaremos", afirmó la suegra del fallecido. Mientras, su compañera sentimental, Jenny, rompía a llorar de manera desconsolada: "Gordo, ¿por qué te has ido y me has dejado tan sola?". Su mirada se perdía en el cielo azul madrileño.

"De Julián sólo podemos decir cosas buenas. Siempre estaba sonriendo. Era muy tranquilo, muy cariñoso y encantador. Ha sido un golpe muy duro porque jamás uno llega a creerse que le pueda pasar esto", confesaba Juanjo, íntimo amigo de la víctima y propietario de un taller mecánico.

El fallecido residía en la calle de la Época, en Carabanchel, junto con su novia. Ambos llevaban juntos más de dos años. Antes de emigrar a Madrid, había trabajado como campesino. Su labor consistía en recolectar café y frutas. "Aquí estaba solo. No tenía a nadie más que a su novia y la familia de ésta", recordaba un amigo de la víctima. El resto de la familia se había quedado en su Colombia natal.

Su gran pasión era el deporte en general y el fútbol, en particular. Siempre que podía se escapaba a jugar en unos campos cercanos al bar de la suegra. "Mi hija lo adoraba. Estaban todo el día juntos porque se lo pasaban muy bien. La cuidaba mucho", recordaba María.

El dolor y las lágrimas eran frecuentes ayer en la sala 20 del tanatorio, donde fue instalada la capilla ardiente. La familia ha decidido que Julián Alberto sea incinerado hoy a las once de la mañana en el cementerio de la Almudena. Las cenizas serán enviadas a sus familiares en Colombia, si lo autoriza el juez.

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