Elecciones en México

Las empresas españolas quieren estabilidad

Las presidenciales mexicanas del domingo se presentan tan peliagudas que ninguna de las grandes empresas españolas que operan en México se atreve a expresar el mínimo comentario sobre los comicios. "¿Que por quién apostamos?", repite una fuente empresarial española... "Por el que gane", responde. Hay más de 1.800 empresas españolas registradas en el mercado mexicano, la mayoría en el sector servicios y en el de productos no alimentarios. La lista la encabezan los grandes bancos -BBVA y Santander-, seguidos por la eléctrica Iberdrola, la aseguradora Mapfre, la constructora OHL y los grandes gru...

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Las presidenciales mexicanas del domingo se presentan tan peliagudas que ninguna de las grandes empresas españolas que operan en México se atreve a expresar el mínimo comentario sobre los comicios. "¿Que por quién apostamos?", repite una fuente empresarial española... "Por el que gane", responde. Hay más de 1.800 empresas españolas registradas en el mercado mexicano, la mayoría en el sector servicios y en el de productos no alimentarios. La lista la encabezan los grandes bancos -BBVA y Santander-, seguidos por la eléctrica Iberdrola, la aseguradora Mapfre, la constructora OHL y los grandes grupos turísticos. Entre todos han invertido unos 12.000 millones de euros entre 1994 y 2005, según el Ministerio de Economía mexicano. La cifra española representa el 10% de toda la inversión extranjera que el país norteamericano ha recibido en los últimos 12 años. Es mucho dinero, tanto como para seguir de cerca la política mexicana y, al mismo tiempo, reservarse las opiniones.

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El portavoz del BBVA, José Luis Rodríguez, remite a un estudio publicado por los expertos del banco la semana pasada. En éste, la entidad confirma que serán unas elecciones muy reñidas, tal vez el "resultado electoral más apretado que haya conocido el país", y que si "el ganador obtiene sólo el 35% de los votos", como señalan distintas encuestas, "se convertirá en el presidente con el nivel de respaldo más bajo jamás registrado". La posible debilidad parlamentaria del futuro Gobierno es lo que más preocupa a los bancos como el BBVA o los analistas de Cajamadrid, que tiene negocios inmobiliarios en México, y a la mayoría de las empresas extranjeras.

El Gobierno de Vicente Fox no ha podido en seis años acometer la reforma de los sistemas fiscal, de pensiones, laboral y financiero y la apertura del sector energético. Ninguno de estos temas, todos tan impopulares como importantes, han sido puestos sobre la mesa por los candidatos. El conservador Felipe Calderón, del gobernante Partido Acción Nacional (PAN), sí se pronunció a favor de la modernización del sector energético y de las reformas fiscal y laboral, pero con cautela. Calderón, como sus rivales Andrés López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y Roberto Madrazo, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), sabe que hablar de estos temas resta votos y suma enemigos.

"Pasada la elección es razonable suponer que cualquiera que sea el presidente se encontrará con un escenario parecido al de los últimos años: con un partido débil, un congreso sin mayoría y una sociedad muy polarizada. Eso implica que no habrá margen para grandes cambios. No es nada probable que cambien las líneas generales de la política económica", explica el profesor Fernando Escalante, investigador del Colegio de México y colaborador del Real Instituto Elcano. "Ninguno de los partidos tendrá los diputados suficientes como para emprender una reforma constitucional que permita, por ejemplo, modificar las regulaciones laborales o las del sector energético. Dado el sistema mexicano, será prácticamente imposible hacer reformas sin un acuerdo entre al menos tres o cuatro fuerzas y, desde luego, sin el PRI, porque aun si pierde el control del Senado está en el poder en 17 de los 32 Estados mexicanos", explica.

Escalante tampoco cree que México, gane quien gane, vaya a sumarse al eje La Habana-Caracas-La Paz de los presidentes Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales. "Por dos razones: los intercambios comerciales, financieros y de inversiones con EE UU es tan grande que no podemos darnos el lujo de andar mal con Washington. Tras los ingresos por las ventas petroleras, que se hacen casi exclusivamente al mercado estadounidense, la principal fuente de ingresos de México son las remesas de los 20 millones de compatriotas que viven al norte del río Grande".

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