Los nuevos pacientes del programa de metadona bajan a la mitad en cinco años

La cifra total de personas tratadas anualmente se mantiene por encima de las 2.000

El número de heroinómanos que se estrena cada año en Euskadi en los programas de mantenimiento con metadona ha descendido a casi la mitad en un quinquenio, pasando de 371 pacientes nuevos en 2000 a 194 el pasado ejercicio. Esta bajada responde a los cambios en las pautas de drogadicción: el consumo de heroína ha disminuido frente al de otras sustancias. La cifra total de personas tratadas anualmente, en cambio, se mantiene en "niveles altos", con más de 2.000 pacientes, entre otras cosas porque viven más, según explica el responsable de Salud Mental de Osakidetza, Álvaro Iruin.

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El número de heroinómanos que se estrena cada año en Euskadi en los programas de mantenimiento con metadona ha descendido a casi la mitad en un quinquenio, pasando de 371 pacientes nuevos en 2000 a 194 el pasado ejercicio. Esta bajada responde a los cambios en las pautas de drogadicción: el consumo de heroína ha disminuido frente al de otras sustancias. La cifra total de personas tratadas anualmente, en cambio, se mantiene en "niveles altos", con más de 2.000 pacientes, entre otras cosas porque viven más, según explica el responsable de Salud Mental de Osakidetza, Álvaro Iruin.

El Servicio Vasco de Salud instauró los programas de dispensación controlada de metadona, un producto sintético sustitutivo de la heroína, en 1992. "En aquel tiempo el consumo de heroína suponía un problema serio de salud", por lo que "se decidió poner en marcha en los tres territorios programas especiales que atendiesen esa dependencia mediante medicación". "La sustancia con más utilidad declarada era la metadona", recuerda Iruin.

Los programas echaron a andar adscritos a la red de Asistencia Psiquiátrica y Salud Mental con una filosofía abierta. No renunciaban a que algunos heroinómanos pudiesen desintoxicarse definitivamente, abandonando primero la heroína y después la metadona. Pero el objetivo prioritario era reducir los daños que sufrían esos toxicómanos, incluso aunque en alguna ocasión tomaran droga. "La idea era acercarles al medio sanitario, porque tenían tendencia a caer en la marginalidad y sufrir un gran deterioro físico y mental", apunta Iruin. Bajo esa filosofía, la metadona se puede convertir en un tratamiento de seguimiento "crónico", añade.

La evolución de los programas ha ido pareja a los hábitos de consumo social. El número anual de pacientes nuevos fue creciendo hasta 1999. A partir de ahí fue en descenso, hasta estabilizarse en los alrededor de 200 casos actuales. "La incidencia social de la heroína disminuye. Por tanto, los toxicodependientes a esta sustancia bajan. En consecuencia, las entradas nuevas a los programas también descienden", argumenta el responsable de Salud Mental.

Todo esto ocurre en unos años en los que "la medicina va encontrando tratamientos para el sida, muy asociado al consumo de heroína", de manera que los pacientes de los programas de metadona empiezan a vivir más años y se mantienen más tiempo en tratamiento. La cifra global de personas tratadas alcanza sus máximos en 2001 y 2002, con 2.651 y 2.664 pacientes, respectivamente. Ahora está en "una meseta un poco descente", pero se mantiene en "niveles altos": 2.273 pacientes el pasado año.

La dispensación controlada de metadona está organizada a nivel extrahospitalario. Los pacientes pueden tomar su dosis, siempre prescrita previamente por un médico, en centros de salud mental de Osakidetza o en alguna de las 330 farmacias acreditadas para ello en la actualidad. Las boticas empezaron a incorporarse voluntariamente a la red de dispensación de metadona hace una década, tras un acuerdo entre los colegios de farmacéuticos y el Departamento de Sanidad.

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Iruin mide el nivel de eficacia de los programas de metadona en función de su capacidad para mantener al paciente. "Se da una retención de en torno al 90%, que es muy alta", destaca. "Lógicamente hay fallecimientos y, por supuesto, gente que lo deja. Hay un poco de todo, pero el índice de permanencia es alto", recalca. Ni Osakidetza ni la Dirección de Drogodependencias tienen datos sobre qué porcentaje representan los pacientes de estos programas frente al número total de heroínamos, pero ambos coinciden en que hoy por hoy el número de personas no atendidas es bajo. En las tres cárceles de Euskadi también se dispensa metadona.

Una joven, en una imagen de archivo, toma metadona en una farmacia de Bilbao.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Los retos del futuro

Los tiempos en los que la heroína era la principal droga han dejado paso a un presente en el que son habituales los policonsumos, sobre todo de cannabis, cocaína, alcohol y sustancias de síntesis, a edades cada vez más tempranas y ligados a la diversión de los fines de semana, según sostiene el Plan Nacional sobre Drogas.

Este panorama se plantea como un reto, cuando no como un problema, para las instancias encargadas de ayudar a los drogodependientes. Y es que no existe una sustancia como la metadona lo es para la heroína que permita contrarrestar la adicción al cannabis, la cocaína o cualquier otro compuesto, según apunta el responsable de Asistencia Psiquiátrica y Salud Mental de Osakidetza, Álvaro Iruin.

Ahora mismo, por tanto, "se está interviniendo sobre los síntomas psiquiátricos que producen" los nuevos consumos. "Son síntomas agudos que, afortunadamente, responden bien a los tratamientos psiquiátricos estándares", indica Iruin. Pero resalta la necesidad de difundir "los efectos perniciosos a nivel cerebral" de las sustancias de moda.

En cualquier caso, tampoco hay que bajar la guardia con los programas de metadona. La edad de los pacientes está subiendo y se sitúa ya en la barra entre los 35 y los 44 años, lo que obliga a ir adecuando los programas para hacer frente a "las complicaciones físicas y psiquiátricas" que puedan surgir según van cumpliendo años las personas tratadas, advierte el jefe de Salud Mental.

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