Análisis:

Quid prodest?

El portavoz parlamentario del Partido Popular, Eduardo Zaplana, explicó en el Congreso el pasado miércoles que en el caso de la investigación del 11-M se plantea "la pregunta clásica de las investigaciones policiales". Para Zaplana, "siempre, cuando hay una investigación policial, cuando hay una novela policíaca, la pregunta es: ¿a quién beneficia el crimen? Ésa es siempre la pregunta".

Y, en este caso, Zaplana formularía, según dice, la pregunta de una manera distinta. "¿A quién beneficia esta ocultación? ¿Por qué este impedimento constante en acercarse a la verdad? De haberse hecho ma...

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El portavoz parlamentario del Partido Popular, Eduardo Zaplana, explicó en el Congreso el pasado miércoles que en el caso de la investigación del 11-M se plantea "la pregunta clásica de las investigaciones policiales". Para Zaplana, "siempre, cuando hay una investigación policial, cuando hay una novela policíaca, la pregunta es: ¿a quién beneficia el crimen? Ésa es siempre la pregunta".

Y, en este caso, Zaplana formularía, según dice, la pregunta de una manera distinta. "¿A quién beneficia esta ocultación? ¿Por qué este impedimento constante en acercarse a la verdad? De haberse hecho mal algo no sería responsable el actual Gobierno. Por tanto, no tiene nada que temer".

Esta historia del beneficio no es una incursión exclusiva de Zaplana. Ya José María Aznar, Ángel Acebes y Mariano Rajoy la han formulado varias veces. Es la pregunta: Quid prodest?

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Zaplana lo plantea como un tema policíaco. Tiene cierto interés ir al origen de la fórmula. En la famosa tragedia de Séneca, Medea, que ha asesinado a sus hijos, dice: "Quid prodest scelus, is fecit". En latin quiere decir: "Aquel al que favorece el crimen es quién lo ha cometido". En términos de teoría criminal: el célebre móvil.

El entonces ministro del Interior, Ángel Acebes, y el presidente del Gobierno, José María Aznar, acusaron tras los atentados a ETA. No tenían ni indicios concretos y mucho menos pruebas materiales. También Zaplana, como ministro de la Presidencia y portavoz, les secundó.

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A la luz del razonamiento que ahora hace Zaplana, no cabría, por coherencia, formular los siguientes interrogantes en el principio del atentado: ¿Se preguntaron entonces Zaplana y el Gobierno a quién beneficiaba el crimen? ¿Indagaron entonces Zaplana y el Gobierno a quién favorecía la ocultación?

¿Por qué razón vale aplicar sólo ahora, en esta fase, el método Zaplana-Medea si, como el portavoz parlamentario explica, estas preguntas suelen aplicarse en toda investigación policial? Si se ha de hacer caso a esta línea de razonamiento, lo primero es comenzar por el principio: la mañana del 11-M y los días posteriores, incluyendo el sábado 13, jornada de reflexión mediante, cuando Rajoy declaró que tenía la "convicción" de que la responsable había sido ETA.

El PP es coherente, sí, pero no con el método del quid prodest, sino con el mensaje que manufacturó la misma mañana del 11-M. Si Rajoy se decidió a aflorar esta vez su posición en público es porque creyó que la historieta de la bolsa que contenía la bomba, los detonadores y el teléfono móvil -que hay que recordar una vez más que es lo que condujo a descubrir a los terroristas- podían acabar con el sumario del juez Juan del Olmo.

La realidad le estropeó lo que vio en esa excelente noticia. Pero el PP seguirá en la brecha.

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