EL NUEVO ESCENARIO INTERNACIONAL

Bush se convierte al pragmatismo

La reconciliación con París y Berlín y los reveses en Irak condicionan la diplomacia de EE UU

La política exterior de George W. Bush está en su tercera fase. El deseo de distanciarse del hiperactivismo internacionalista de Bill Clinton para hacer "una política exterior más humilde" llevó al recién elegido presidente a tomar decisiones -Kioto, Tratado Antimisiles Balísticos- que llevaban el sello del aislacionismo. El 11-S abrió una nueva etapa: la prioridad era la seguridad de EE UU a toda costa, sólo o acompañado, por las buenas o por las malas; de ahí la doctrina del ataque preventivo. La victoria electoral de 2004 suavizó aristas, pero la prioridad se mantuvo, igual que la ...

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La política exterior de George W. Bush está en su tercera fase. El deseo de distanciarse del hiperactivismo internacionalista de Bill Clinton para hacer "una política exterior más humilde" llevó al recién elegido presidente a tomar decisiones -Kioto, Tratado Antimisiles Balísticos- que llevaban el sello del aislacionismo. El 11-S abrió una nueva etapa: la prioridad era la seguridad de EE UU a toda costa, sólo o acompañado, por las buenas o por las malas; de ahí la doctrina del ataque preventivo. La victoria electoral de 2004 suavizó aristas, pero la prioridad se mantuvo, igual que la agenda de la libertad para el mundo. Sin renunciar a esos principios y bajo la eficaz batuta de hierro en guante de seda de Condoleezza Rice, la política exterior es ahora más pragmática y prudente, tras un año de desgaste por los reveses en Irak y la acumulación de problemas en casa.

¿Es un imperio que se repliega? "No, es un imperio menos seguro de sí mismo", dice Naím
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"Mi visión de la diplomacia es la de algo en continuo movimiento; estamos constantemente elaborando la estrategia y lidiando con el último matiz". A más de uno le sorprenderá, pero la frase es de Bush. Se la dijo hace dos semanas a The Wall Street Journal, en una conversación que llevó al diario conservador a afirmar que la política exterior se suaviza y que, a juzgar por la debilidad del vicepresidente, Dick Cheney, y del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y la dispersión de personajes clave (Lewis Libby, Paul Wolfowitz, Douglas Feith), el neorrealismo ha tomado la antorcha del neoconservadurismo en Washington.

Otros expertos coinciden. "Bush, en su segundo mandato, está demostrando que ha aprendido las lecciones de Irak. Y Rice está ejecutando de manera magistral la diplomacia ante Irán, con la UE, China y Rusia. La política exterior está más orientada al compromiso multilateral, es menos aislacionista", afirma Cliff Kupchan, director de Europa y Eurasia en el Eurasia Group. "La trayectoria es clara", cree Louis W. Goodman, decano de la School of International Service de la American University: "Al principio, Bush vino a decir: 'No vamos a hacer muchas cosas fuera'. Después del 11-S, el mensaje fue: 'Somos la primera potencia, vamos a hacer lo que consideremos necesario'. Y ahora, no hay más que ver a Rice". Pero, añade, "hay un problema de falta de credibilidad después de todo lo ocurrido en la guerra y la posguerra".

EE UU está actuando de manera concertada en el pulso nuclear con Irán; ha reanudado -gracias a Angela Merkel- la relación privilegiada con Alemania, y mantiene una intensa diplomacia discreta con Francia: según acaba de contar en The Washington Post David Ignatius, "cada cinco o seis semanas, un asesor del presidente francés, Maurice Gourdault-Montagne vuela a Washington para reunirse con su álter ego americano, el consejero de Seguridad Stephen Hadley. Pasan varias horas coordinando la estrategia sobre Irán, Siria, Líbano y otros puntos conflictivos. Entre visita y visita, los dos hablan con frecuencia por teléfono, habitualmente los martes y los jueves".

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Que Washington deje a París la voz cantante en Siria y que la UE asuma el peso de la negociación con Irán no debe inducir a confusión. "Lo que hacen", reflexiona Kupchan, "es escuchar a otros, construir coaliciones -porque admiten que hay importantes intereses de EE UU que no pueden conseguir en solitario- pero, en última instancia, por lo que se refiere a intereses vitales, esta Administración sigue lista para hacer lo que cree que es necesario para defenderlos".

Moisés Naím, director de Foreign Policy, aporta otro enfoque. EE UU tiene menos opciones que hace cuatro años, y eso impone un pragmatismo que puede parecer incoherente: "Si se compara el peligro potencial de Irán, hoy, y el peligro potencial de Sadam Hussein antes de la guerra, el de ahora es mayor. Sobre Irán debería haber más que lo que hubo con Irak, y no lo hay. No hay ni cómo ni con qué". ¿Es un imperio que se repliega? "No, es un imperio más constreñido y menos seguro de sí mismo. El cheque en blanco que recibieron el 11 de septiembre ya se lo gastaron. Y es un mundo más difícil, menos dócil. Un mundo que se transforma y que es alterado, como estamos viendo, por unas caricaturas".

En su discurso sobre el estado de la Unión, Bush condenó el aislacionismo. "No creo que este país se deslice hacia el aislamiento", afirma Kupchan. "Cuando lo criticó, lo que Bush estaba diciendo es: 'No nos vamos a retirar de Irak". "No hay datos sólidos que respalden que hay un sentimiento aislacionista. Al contrario: los americanos están dispuestos a enfrentarse a una amenaza, no a aislarse. A la pregunta, en un sondeo de Los Angeles Times -si Irán sigue su actual carrera hacia el arma nuclear, ¿apoyaría usted que hubiera ataques aéreos?- el 58% decía que sí".

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