Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO

La oceanografía española deja el dique seco

El pasado lunes se botó el moderno buque de investigación oceanográfica (BIO) Sarmiento de Gamboa, en un día feliz y esperanzador para la ciencia española. A finales del siglo XX la ciencia española experimentó un importante impulso en el que destacaron las Ciencias Marinas, en las que España se situaba como el décimo productor mundial de conocimiento, posición muy favorable en relación a otras disciplinas. A este despegue contribuyó la botadura de un buque oceanográfico moderno, BIO Hespérides, 1991 (informacion en www.utm.csic.es/hesperides.asp) que proyectó, con el importante ...

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El pasado lunes se botó el moderno buque de investigación oceanográfica (BIO) Sarmiento de Gamboa, en un día feliz y esperanzador para la ciencia española. A finales del siglo XX la ciencia española experimentó un importante impulso en el que destacaron las Ciencias Marinas, en las que España se situaba como el décimo productor mundial de conocimiento, posición muy favorable en relación a otras disciplinas. A este despegue contribuyó la botadura de un buque oceanográfico moderno, BIO Hespérides, 1991 (informacion en www.utm.csic.es/hesperides.asp) que proyectó, con el importante concurso de la Armada Española, la oceanografía española al escenario internacional, permitiendo su presencia en la Antártida, los océanos Atlántico y Pacífico y el mar Mediterráneo. Este hito se acompañó del desarrollo de un cuerpo técnico, la actual Unidad de Tecnología Marina (del CSIC), capaz de operar los sofisticados equipos de este buque. El desarrollo de facultades de Ciencias del Mar en Las Palmas, Cádiz y Vigo impulsó fuertemente la investigación universitaria. La oceanografía española abordaba el nuevo siglo a toda máquina: los investigadores españoles recogen premios internacionales, están presentes en los comités editoriales de prestigiosas revistas, lideran ambiciosos proyectos internacionales y consiguen los mejores retornos de entre los programas temáticos de la UE.

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Desde entonces, la imprevisión y una serie de traspiés han hecho que la oceanografía española amenace seriamente con naufragar. Un primer traspiés, que afectó a toda la ciencia española, vino de la descomposición del sistema interministerial de I+D derivado del fracaso del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Esto coincidió con la desaparición de las Ciencias Marinas como programa temático europeo y, por mimetismo, como programa específico de nuestro Plan Nacional de I+D. A la par, el incremento de la comunidad oceanográfica española generó una creciente demanda sobre el único buque moderno accesible a los investigadores del CSIC y la universidad, el Hespérides, que pronto se vió desbordado.

El golpe de gracia vino de la mano de la varada en dique seco del Hespérides durante todo un año (2003-2004), seguida de repetidas, e inexplicables, averías tras su puesta en funcionamiento, lo que generó una enorme lista de espera: El calendario del Hespérides para 2006 incluye proyectos aprobados en el año 2001, que concluyeron hace ya dos años, y ninguno de los proyectos aprobados en el año 2005 cuenta aún con tiempo asignado en este buque para su ejecución. Los proyectos financiados concluyen sin haber podido realizar una sola medida y los estudiantes becados para formarse como oceanógrafos acaban siendo oceanógrafos de salón por falta de acceso a buques oceanográficos.

En esta encrucijada, la botadura del Sarmiento de Gamboa llega como un salvavidas. Lo hace, además, en un momento en que el gobierno aumenta la financiación en I+D a un ritmo que envidian nuestros colegas europeos. Sin embargo, estas dos acciones, extraordinariamente positivas como son, no bastarán para sacar a la oceanografía española de dique seco. Para ello es necesario que se corrijan las causas de la decadencia sufrida en los últimos años mediante acciones estratégicas: Es necesario optimizar la gestión de los buques de investigación, que están tutelados por organismos y ministerios distintos, que han sido hasta ahora incapaces de cooperar para este fin. Se deben re-escalar las insuficientes estructuras existentes, reflotando la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (CICYT) para coordinar a todos los organismos y ministerios que en nuestro país entienden de la investigación marina: Educación y Ciencia, Defensa, Fomento y Agricultura y Pesca. Se deben de crear unidades profesionales de gestión y operación de buques en las que participen todos estos organismos, planificadas pero nunca materializadas. Se deben anticipar, en una labor de prospectiva, las necesidades futuras para evitar que la realidad nos vuelva a sobrepasar. Del acierto en generar estructuras eficientemente coordinadas depende nuestro progreso en un sector, como las Ciencias Marinas, de una importancia estratégica para nuestro país y el futuro de la humanidad.

Estas actuaciones no las pide un oceanógrafo, sino un contribuyente que desea ver cómo sus impuestos se usan para generar estructuras competitivas y cooperativas que permitan nuestro progreso en un sector, como las ciencias y tecnologías marinas, de una importancia estratégica para nuestro país y la humanidad.

Carlos M. Duarte Quesada es profesor de Investigación del CSIC en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (CSIC-Universidad Islas Baleares).

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