Adiós a un pionero
Para ser pionero se requiere tener fe y tenacidad. Sin duda, el doctor Carles Margarit tuvo fe al comprobar en primera persona que el trasplante era la única alternativa para salvar a pacientes con insuficiencia hepática terminal y tenacidad porque desde el principio comprobaría las barreras físicas y mentales que un proyecto de esta envergadura iba a generar en su entorno cotidiano.
Que un paciente con nulas probabilidades de vivir, gracias a un donante y la intervención de un equipo médico de cirujanos y personal sanitario pudiera volver a la vida, suponía un reto a la sanidad pública...
Para ser pionero se requiere tener fe y tenacidad. Sin duda, el doctor Carles Margarit tuvo fe al comprobar en primera persona que el trasplante era la única alternativa para salvar a pacientes con insuficiencia hepática terminal y tenacidad porque desde el principio comprobaría las barreras físicas y mentales que un proyecto de esta envergadura iba a generar en su entorno cotidiano.
Que un paciente con nulas probabilidades de vivir, gracias a un donante y la intervención de un equipo médico de cirujanos y personal sanitario pudiera volver a la vida, suponía un reto a la sanidad pública española, pero con la fuerza de su juventud y de otro pionero, Eduard Jaurrieta, en menos de un año lograron preparar la compleja maquinaria para que se pudiera realizar el primer trasplante de hígado en España.
Esta misma fuerza le llevó a impulsar el primer Programa de Trasplante Hepático Infantil y participar en el primer trasplante de pulmón realizado en España, formar equipos de trasplante, y, sobre todo, creer desde el principio en el trasplante de hígado como recuperador de la vida.
Que su trabajo sirva de referencia para las futuras generaciones y que las cientos de vidas que salvó sean su contribución a la vida y a la medicina. Gracias doctor Margarit.